Con el mismo rigor crítico de las obras mencionadas, pero desde una perspectiva que privilegia el aspecto humano de quien fuera su maestro y amigo, Raúl Bueno Chávez recoge en Antonio Cornejo Polar y los avatares de la cultura latinoamericana (2004) diversas publicaciones y ponencias que elaboró a lo largo de los años tomando como base algunos postulados teóricos de su compatriota, aunque siempre cuestionándolos para llegar al núcleo mismo de las ideas. Como el propio autor lo expresa en diversas partes de su libro, el trato cotidiano con Cornejo Polar, extendido por más de tres décadas, le permitió observar el largo desarrollo de varias de las nociones fundamentales del teórico peruano, las cuales encuentran su culminación en el libro que las engloba de manera mucho más orgánica y estructurada: Escribir en el aire (1994), obra clave en la que se explora como nunca antes el problema de la heterogeneidad literaria y sociocultural, y su no equivalencia con el mestizaje, la transculturación o la hibridez.
Raúl Bueno Chávez, quien desde 1998 dirige la Revista de crítica literaria latinoamericana, divide su libro en tres partes y un excurso. En la primera parte, cuyo título es “Bases teóricas”, se realiza un esclarecedor recorrido por la teoría literaria y cultural elaborada por Cornejo Polar, al mismo tiempo que se amplían sus alcances. Consciente de la fácil equiparación entre heterogeneidad y otras categorías (mestizaje, hibridez, etcétera), Bueno Chávez hace un acucioso análisis por los diversos aspectos que considera la heterogeneidad sociocultural para señalar que ésta no refiere un resultado o estructura, sino un proceso complejo y ciertamente conflictivo que desemboca en la convivencia no armónica de las culturas que convergen en un espacio y un tiempo. Asimismo, enfatiza que la heterogeneidad discursiva necesariamente proviene del enfrentamiento social y cultural que se da al interior de las colectividades, es decir, las sociedades heterogéneas producen discursos heterogéneos, aun a costa de los impulsos homogeneizantes fomentados por los grupos dominantes. Por otra parte, la heterogeneidad no sólo se vive en los grupos, sino también al interior mismo de los individuos que dividen su existencia entre un pasado vivido en el lugar de origen y un presente alejado de éste; el sujeto migrante va del interior a los focos industriales, ya sea en su propio país o a través de naciones.
En “Sistemas críticos”, la segunda parte del volumen, Raúl Bueno Chávez explica la manera en que Cornejo Polar elaboraba sus categorías partiendo de la observación directa de los conflictos vividos en su propio contexto, para después interpretarlos y confrontarlos con sistemas teóricos de las más diversas latitudes y tendencias. Una de las críticas hechas por ambos estudiosos es la falta de rigor en el lenguaje crítico del latinoamericanismo, el cual se traduce, por un lado, en el uso indiscriminado de metáforas y categorías laxas, y por el otro, en el empleo acrítico y deslumbrado de las propuestas de moda en las academias norteamericanas y europeas. Con base en esto, Bueno Chávez emprende una serie de precisiones que buscan señalar las diferencias entre los estudios culturales latinoamericanos y los europeos y norteamericanos; la distinción esencial proviene de la concepción misma de cultura y de las orientaciones que guían los trabajos de las academias. De manera insistente, el autor afirma que las distinciones por él señaladas no implican enfrentamientos irreconciliables, pero sí maneras de pensar y hacer que no pueden equipararse ni confundirse
En la tercera parte del libro, “Sistemas culturales”, el estudioso peruano aborda dos de los aspectos menos conocidos de Cornejo Polar: su labor como director de la Casa de Cultura de Arequipa y las propuestas que realizó como rector de San Marcos. En ambas actividades Bueno Chávez destaca la concepción plural de cultura que animaba los trabajos de Cornejo Polar y tiende un puente entre su perspectiva teórica y su quehacer en el ámbito de la vida práctica. Finalmente, el “Excurso” del libro es un texto íntimo y emotivo que refiere los últimos días de Antonio Cornejo Polar y la decisiva influencia personal y académica que tuvo en la vida de Raúl Bueno; sin duda es un apartado que revela la cercanía y mutua admiración entre ambos académicos, enfatizando que si bien la muerte puso fin a una de las propuestas teóricas más importantes para los estudios literarios y culturales en Latinoamérica, también silenció a un hombre justo.
Antonio Cornejo Polar y los avatares de la cultura latinoamericana de Raúl Bueno Chávez ya forma parte de las obras esenciales para emprender el arduo trabajo de interpretar y transformar Latinoamérica, lástima que su tiraje y difusión sean más un obstáculo que una ayuda.