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Genología sin lágrimas

Vital, Alberto. Quince hipótesis sobre géneros. México: unam-Universidad Nacional de Colombia, 2012.

De los incontables sistemas ideados por el ser humano para organizar la realidad, uno de los más recordados y anómalos es el mencionado por Borges en “El idioma analítico de John Wilkins”; después de describir en qué consiste este “idioma universal” y de compararlo con invenciones análogas, el argentino señala las “ambigüedades, redundancias y deficiencias” de la propuesta de Wilkins, y las asocia con las que aparecen en una supuesta enciclopedia china que clasifica a los animales en “(a) pertenecientes al emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones […]” hasta llegar a los que “de lejos parecen moscas”. El afán enciclopédico del propio Borges no se detiene aquí, también da cuenta de otros sistemas clasificatorios igualmente nebulosos, lo cual lo lleva a concluir que “notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo”. Y aunque no lo sepamos seguimos ensayando clasificaciones para hacerlo inteligible.

El campo de los estudios literarios no es ajeno a esta voluntad de organizar, en cada época el vasto y complejo corpus de lo que se entiende por literatura se ha clasificado atendiendo a múltiples criterios, como los temporales, espaciales o idiomáticos, no obstante ninguno de ellos es enteramente satisfactorio. Sin embargo, hay una perspectiva que ha demostrado su viabilidad a lo largo de los siglos, aunque esto no la exime de cuestionamientos; los tan discutidos géneros literario, defendidos como inamovibles en algunos momentos o tachados de inexistentes en otros, son postulados como categorías netamente literarias y forman parte de las nociones mínimas usuales de la mayor parte de quienes han tenido acceso a cierto nivel de instrucción. El género literario es la coordenada básica que guía a los lectores por las veredas de la literatura, si bien es cierto que no siempre podemos realizar con claridad un deslinde genérico, la mayoría de las veces veremos confirmadas nuestras expectativas de género al elegir una novela, un poemario, un volumen de ensayos, etcétera.

La teoría de los géneros literarios o genología tiene un origen identificable y al mismo tiempo difuso, durante mucho tiempo se afirmó que las primeras clasificaciones genéricas en occidente fueron realizadas por Platón, en La República, y por Aristóteles, en la Poética, pero estudiosos como Gérard Genette y Claudio Guillén han demostrado, desde perspectivas distintas, que ambos filósofos no teorizaron los géneros literarios, sino las “maneras de imitar” con base en la “situación de enunciación”. La genología contemporánea encuentra sus raíces en las “formas naturales de la literatura” establecidas por Goethe, quien supuso que lo lírico, lo épico y lo dramático eran las vías naturales de expresión humana. Posteriormente, las maneras de imitar se mezclaron y confundieron con las formas naturales, dando lugar a la perspectiva más extendida de la actualidad, que en ocasiones añade a las tres formas-modos naturales el discurso deliberativo en la forma del ensayo.

Toda clasificación genérica en cierta medida está predeterminada por la noción de literatura de la que parte, por esta razón no es extraño que a lo largo de varios siglos los géneros literarios hayan sido vistos como ajenos a otras prácticas de lenguaje concebidas como extraliterarias. Fue hasta mediados del siglo XX que los trabajos de Mijaíl Bajtín llamaron la atención sobre la relación existente entre el lenguaje literario y las manifestaciones verbales cotidianas, señalando que no hay una oposición esencial entre ambos conjuntos, sino una serie de préstamos e intercambios indispensables para comprender que las transformaciones de la literatura se deben tanto a movimientos internos como a cambios externos. Bajtín inscribe los géneros literarios dentro de un marco mucho más amplio al que denomina géneros discursivos secundarios, caracterizados por su mayor elaboración verbal y por la pérdida de inmediatez en relación con su contexto de enunciación, además de que se constituyen a partir de géneros discursivo primarios, principalmente orales y centrados en el intercambio verbal inmediato.

En esta ya larga historia de la genología se inscribe Quince hipótesis sobre género de Alberto Vital, profesor e investigador en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam. La perspectiva de este estudio claramente es deudora de diversos estudios genológicos, pero filtrados a través de una minuciosa lectura de la obra de Bajtín: este libro no está limitado al análisis de los géneros literarios, sino a dilucidar el principio y funcionamiento de los géneros discursivos. La obra está integrada por 15 capítulos, presentados a modo de hipótesis, y un anexo en el que se proporcionan cinco elementos básicos para definir un género y 25 “requerimientos básicos de la especie” a los que se vincula el origen de diversos géneros.

Una de las hipótesis fundamentales presentadas por Alberto Vital es el estrecho vínculo entre la literatura y la sociedad, el cual se manifiesta en el surgimiento y existencia de determinados géneros que resultan impensables o imposibles en un contexto diferente (recuérdese la presencia mínima del ensayo en regímenes totalitarios apuntada por Starobinski). En relación con esta hipótesis, Vital sostiene que todos los seres humanos tenemos una necesidad natural de “piezas líricas, narrativas, dramáticas, críticas”, que es colmada de distintas maneras, ya sea con canciones de música popular o mediante la lectura de obras reputadamente literarias. Es esta necesidad la que determina nuestra ansia de discursos y la posibilidad de convertirnos, a su vez, en productores de discurso. Asimismo, el autor señala que la reflexión en torno a los géneros literarios necesariamente debe vincularse a la hecha en relación con los géneros discursivos, debido a que la literatura se nutre de ellos y también los modifica. Pueden identificarse diversos ejemplos para mostrar que intercambios verbales cotidianos (las cartas) dan lugar a manifestaciones literarias concretas (la novela epistolar), que a su vez se convierten en modelos extraliterarios. En este sentido, los géneros literarios no sólo surgen de otros géneros (como lo señaló Todorov), sino también de prácticas verbales adyacentes.

Además de las diferentes hipótesis presentadas sobre los géneros literarios, uno de los apartados de mayor utilidad del libro es el de los “Cinco elementos para la definición práctica de un género”, en el cual se consideran las “marcas de género”, tanto formales como temáticas, los “requerimientos humanos” vinculados a cada género, las “características de los lectores”, los medios por los que se transmiten las obras pertenecientes a un género determinado (orales, impresas, electrónicas…) y los “ritos o prácticas adyacentes” relacionadas a un género. Lo que destaca de esta manera de aproximarse a los géneros literarios y discursivos es que no considera la materialidad de los discursos aislada de las necesidades vivenciales de las que surgen, sin olvidar que todo discurso necesariamente está orientado hacia un oyente con el cual busca dialogar.

Sin duda Quince hipótesis sobre género de Alberto Vital aporta cuestionamientos y respuestas claras y útiles al incesante quehacer de la genología, para recordarnos que en la actualidad pensar en los géneros literarios no significa un trabajo anacrónico o gratuito, sino una profunda puesta en duda de las nociones fundamentales que nos guían en nuestra relación con la literatura.

Acerca del autor

Armando Octavio Velázquez Soto

Profesor Asociado de Tiempo Completo en el Colegio de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Doctor en Letras por la UNAM. Es profesor en las áreas de …

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