Los ingrávidos, póster de la obra de teatro

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El fantasma de Gilberto Owen

The apparition of these faces in the crowd;
Petals on a wet, black bough.
Ezra Pound

El poeta sinaloense Gilberto Owen pasó gran parte de sus 48 años de vida fuera de México, sus cargos como diplomático lo mantuvieron lejos, vivió en Nueva York, Filadelfia, Detroit, Lima y Bogotá. Tal vez por eso fue poco conocido en su momento, además su producción no fue muy abundante y se encontraba dispersa en publicaciones periódicas. “Owen no ha dejado de ser un escritor afantasmado, así que su obra es una gran ausencia en la literatura mexicana, un fantasma que no está presente en nuestras letras como merece. Esto se debe a que no hizo vida pública en México, al estar muchos años en el extranjero él mismo se borró del mapa”1 explica Valeria Luiselli, autora de Los ingrávidos (Sexto Piso, 2011), novela en donde Owen tiene un peso protagónico.

Valeria Luiselli. Alfredo Pelcastre

Esta obra tiene como segunda protagonista a una joven escritora. La historia está situada principalmente en Nueva York, lazo que une en espacio a los dos personajes, quienes viven en tiempos distintos. La narradora, desde su presente como madre de dos hijos, esposa y escritora, recuerda la obsesión que produjo el miembro de “Los Contemporáneos” en ella, la que le hizo falsificar un manuscrito y llegar a verlo en todas partes. Todo comenzó con un incidente en apariencia nimio: encuentra una carta que Owen dirige a Xavier Villaurrutia en donde le dice que vive en Morningside Av 63. Al darse cuenta de que esa dirección está cerca de su casa decide ir a buscar el lugar, se queda encerrada en la azotea del edificio y pasa la noche a la intemperie: “esa fue la primera noche que pasé con el fantasma de Gilberto Owen. Fue a partir de entonces que comencé a existir como habitada por otra posible vida que no era la mía” (p. 32).

Desde ese momento se obsesiona con el poeta, busca en bibliotecas libros, periódicos, fotos y archivos que le ayuden a saber más del periodo que pasó en Nueva York. Piensa en eso todo el tiempo, siente y ve al fantasma de Owen en varias ocasiones.

Por su parte, cuando habla el poeta, lo hace desde el final de su vida, en Filadelfia. Es la voz de un hombre solo, divorciado, enfermo, prácticamente ciego que siente que su cuerpo está tan débil que está desapareciendo poco a poco, que se está convirtiendo en un fantasma.2

En esta etapa desarrolla su teoría de las muchas muertes, idea que repite a lo largo de la novela. Está seguro de que los seres humanos mueren varias veces: “Por supuesto que hay muchas muertes a lo largo de una vida. La mayoría de las personas no se dan cuenta. Creen que se mueren una vez y ya. Pero basta con poner un poco de atención para darse cuenta de que uno va y se muere a cada rato […] La mayoría de las muertes no importan: la película sigue corriendo” (p. 65).

Él cree que empezó a morir durante la temporada que pasó en Nueva York en 1928 y que ahí murió varias veces con muertes rápidas que venían de fuera, pero ninguna había sido irremediable. Junto con su amigo Homer Collyer redondea su teoría explicando que cada vez que alguien se muere: “deja irresponsablemente un fantasma de sí mismo por ahí, y luego siguen viviendo, original y fantasma, cada uno por su cuenta” (p. 113), es decir, va dejando dobles fantasmales.

Los ingrávidos, póster de la obra de teatro

Owen cree que en su departamento habita un fantasma, al igual que la narradora: “nos gusta pensar que en esta casa hay un fantasma que nos acompaña y observa. No lo vemos, pero creemos que apareció a las pocas semanas de nuestra mudanza […] El mediano lo bautizó «Consincara». El fantasma abre puertas y las cierra. Prende la estufa [….] A veces Consincara mece a la bebé mientras yo escribo” (p. 16). Ambos personajes aceptan estas presencias como normales y no les temen, incluso se acostumbran a ellas.

Los protagonistas tienen varios puntos en común, los dos se sienten fantasmas, tienen fantasmas en sus casas y alucinan con algún personaje, la narradora cree ver a Owen, quien cree ver a Ezra Pound, quien cree ver a Henri Gaudier-Brzeska en el metro de Nueva York, pero no los perciben como fantasmas sino como “ecos de personas” (p. 91).

El tema de los fantasmas recorre la historia, ambos narradores utilizan verbos como “afantasmarse”, adjetivos como “afantasmados” y sustantivos como “fantasmagoría”.

Se trata de una novela sumamente compleja e interesante, sobre todo en lo que se refiere a la trasposición de distintos planos temporales. Una prueba de su gran éxito e impacto es que a tan sólo dos años de su publicación ha sido adaptada y representada como obra de teatro.

Fernando Bonilla es el encargado dirigir Los ingrávidos y, como él mismo ha afirmado, de hacer una interpretación libre de la obra de Luiselli, quien, por su parte, hace una interpretación de la obra de Owen:

La obra no se trata de la materialización de la novela que escribió Valeria, sino de la interpretación que le di yo como lector, de la particular historia que sucedió en mi cabeza mientras leí el libro. Del mismo modo en que la novela no encuentra su origen en la obra ni biografía de Owen, sino en la interpretación que Valeria le dio a ciertos poemas, cartas y acontecimientos de la vida del poeta. Interpretaciones específicas entre un infinito de interpretaciones posibles.3

Participan tres actores que se multiplican para interpretar varios papeles. Joaquín Cosío, que alterna con Jorge Zárate, le da vida a Owen, Haydeé Boetto es la narradora adulta y, Cassandra Ciangherotti, cuya actuación descuella, es la joven escritora y el joven Owen en sus días neoyorkinos.

La puesta en escena, representada en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque4, tiene un ritmo dinámico y hace un original tratamiento de la novela, en particular de los saltos temporales y los cambios de personajes, pequeños detalles como vestuario y utilería son suficientes para diferenciarlos.

El montaje teatral mantiene la esencia del fantasma de Owen y la mise en abyme de la novela, la propuesta, atractiva e ingeniosa, invita a leer Los ingrávidos, que, a su vez, invita a leer la obra del poeta.

Acerca del autor

Brenda Morales Muñoz

Licenciada, maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos (área de literatura) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó…

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Notas al pie:

  1. “Gilberto Owen, el fantasma en su obra y en nuestras letras”, entrevista a Valeria Luiselli, La crónica de hoy, mayo de 2011.
  2. Esta sensación es compartida por la narradora, quien se va de la ciudad porque siente que se había vuelto fantasma o “quizás era la única viva en una ciudad de fantasmas, en todo caso, no me gustaba morirme a cada rato” (p. 84).
  3. Fernando Bonilla en el Boletín del Instituto Nacional de Bellas Artes, n. 734, 22 de julio de 2013.
  4. La temporada en el Teatro Orientación está programada para finalizar el 15 de septiembre.