El pasado 8 de octubre de 2013, Manuel Alberca (Universidad de Málaga) ofreció una conferencia titulada «De la autoficción a la “anti-ficción”: la literatura autobiográfica actual» en la Universidad de Alcalá de Henares. El autor El pacto ambiguo ―el libro, en español, de referencia sobre el fenómeno de la autoficción en la narrativa hispánica― muy probablemente sorprendió a más de uno de los asistentes a su conferencia cuando, para iniciar, destacó su preferencia por los textos autobiográficos sobre los autoficcionales y afirmó, relaborando una frase de Valle Inclán, “Me cansa ya la autoficción y los años comienzan a darme una visión más seria de la literatura”.
Tan sorprendente inicio en el marco de las I Jornadas Internacionales sobre Narrativa Actual «La Autoficción Hispánica en el siglo xxi», he de decir, francamente, fue inesperado e incitante. La conferencia fue una revisión crítica de la relación histórica entre novela y autobiografía, así como de la aparición, auge, fortuna y desventuras del término «autoficición». Alberca destaca que la novela ha establecido una relación desigual con la autobiografía, pues éste último ha sido un género menospreciado por los propios autores, aunque ellos hayan abrevado históricamente de él. Para Alberca la «novela» ha englobado diversos textos, entre los que la autobiografía se encuentra frecuentemente; el crítico es más severo y afirma que la novela «ha colonizado» los recursos de la autobiografía en momento en que la novela atravesaba por crisis para buscar inspiración. Para el investigador español la novela «ha chuleado» a la autobiografía, la ha saqueado, quedándose con el valor literario, que a ésta le ha sido escatimado. En España, destaca Alberca, pueden identificarse tres momentos de fomento de la autobiografía, tres tiempos también intensos históricamente: el primero en el s. xvi, la conquista de América y el conflicto religioso son paralelos a los libros de soldados, de religiosos y monjas, así como a las deposiciones ante los tribunales de la inquisición; el siglo xix, durante la guerra de España contra Francia, tres guerras civiles, etc., aparecen una serie de autobiografías de importantes personajes históricos; finalmente, a partir de 1975, año de la muerte de Franco, España experimenta un boom de la autobiografía en respuesta a un ansia por construir la memoria del pasado.
El término introducido por Serge Doubrovsky en los setenta, autoficción, apuntó el crítico, venía a instalarse en una tradición de complejas relaciones entre la novela y la autobiografía, y en un momento en el que ambos géneros atravesaban una crisis en el panorama literario internacional. El neologismo permitió sortear dos escollos: el terminológico, pues eximía el uso de «autobiografía», y el del prestigio, pues le permitía entrar en la etiqueta de «novela». «Autoficción» se convierte en un vocablo oportuno, incluso oportunista, pues concita un interés inusitado. Para Alberca esto se debió a cinco factores fundamentales con los que, me parece, «no deja títere con cabeza». El primero considerado en la conferencia es el hallazgo y acierto del término, pues se convierte en una especie de «marca comercial», en la «coca-cola de la literatura», pues pese a su imprecisión, y por ella, se convirtió en un fenómeno atractivo. Segundo, captó el espíritu de la época, aquella de un capitalismo neoliberal y de La era del vacío descrita por Gilles Lipovetsky, destacó Alberca. Tercero, que el vocablo fungió en España como una coartada o camuflaje para escribir y/o reciclar la autobiografía. Cuarto, los textos autoficcionales halagaron al lector al hacerlo sentir inteligente mientras éste identificaba los elementos no ficcionales en lo ficcional. Y quinto, la promoción y ratificación del género que llevaron a cabo los críticos en un estado de furor y de poder desatado por el hecho de sentirse partícipes del encumbramiento de un fenómeno literario.
Así, el término autoficción se devela un fenómeno coyuntural. Su principal problema es su indeterminación y su contradicción. Su principal enemigo, haberse convertido en una moda, pues dice Alberca, «lo poco gusta, lo mucho cansa» y los lectores llegaron al hartazgo, diagnosticó. La multiplicidad de usos y definiciones de la palabra la agotaron. En todo caso, la autoficción, afirmó el conferencista, es un rodeo necesario para que la autobiografía alcanzara el aprecio literario; un rito de pasaje a la madurez del género autobiográfico, aun cuando le queda camino por recorrer. «Autoficción», ya sea un registro expresivo, un hallazgo artístico o un género literario, sentenció, se seguirá utilizando mientras sea funcional, mientras tenga interés para el creador y para el público, o bien, si hay textos que le inyecten savia nueva, si no, terminará colapsando. En muchos casos, la autoficción ha devenido una fórmula adocenada en la que el escritor se introduce en el relato de forma fácil y oportunista. Alberca comenta tres casos de escritores españoles (Enrique Vila-Matas, Antonio Orejudo y Pablo Martín Sánchez) que, a su parecer, en algunos de sus textos, caen en este último señalamiento.
Manuel Alberca examinó, con la experiencia y distancia crítica, un término que él ayudó a abordar en el ámbito de los estudios literarios hispánicos, y cantó su ocaso en un contexto que congregaba a los estudiosos del fenómeno. Cerró su conferencia con la propuesta de otro término, anti-ficción, que habrá que analizar con el cuidado que él ha puesto al examinar el de autoficción. Este breve resumen de algunos puntos tratados en la conferencia buscan despertar el interés de los lectores e invitarlos a que escuchen el audio completo de la conferencia, así como a reflexionar sobre lo que está alrededor del término «autoficción».
Link para escuchar la conferencia
«De la autoficción a la “anti-ficción”: la literatura autobiográfica actual»
Manuel Alberca (Universidad de Málaga)
8 de octubre 2013, Universidad de Alcalá de Henares.