Sócrates Zunzunaga. Fotografía de ANDINA/POP.

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La literatura es un instrumento de lucha: entrevista a Sócrates Zuzunaga

El Seminario de Estudios sobre Narrativa Latinoamericana Contemporánea tuvo la oportunidad de entrevistar al escritor peruano Iván Edilberto Sócrates Zuzunaga Huaita, uno de los representantes más destacados de la literatura andina contemporánea.

Zuzunaga (1954) es originario de Páucar del Sarasara, Ayacucho. Cuenta con una sólida trayectoria en la que ha incursionado en distintos géneros: novela, poesía, cuento y literatura infantil. Entre sus publicaciones destacan: Con llorar no se gana nada (1988); Y tenía dos luceros (1998); Recuerdos de lluvia (1999); Tullpa willaykuna – Relatos del fogón (2006); Florecitas de Ñawin Pukio (2008); Negracha (2008); Taita Serapio (2009); Zorrito de puna (2009); Takacho, Takachito, Takachín (2009); De junco y capulí (2010); Manchay Puytu (2010) Kuyaypa kanchariynin – La luz del amor (2011); La noche y sus aullidos (2011); Siwarcito (2013), entre otros.

Ha obtenido varios reconocimientos literarios, tales como el Premio Nacional de Educación Horacio en los años 1994, 1999, 2000, 2007 y 2011; el primer lugar en el concurso “Cuento de las Mil Palabras” de la revista Caretas y en el de cuento “Inca Garcilaso de la Vega”, convocado por la Casa de España; el Primer Premio de Literatura Quechua de la Universidad Federico Villarreal en el área de cuento en el año 2000 y en poesía en 2006. Ha sido distinguido en tres oportunidades con el Premio COPÉ en la categoría de cuento. En 2006 ganó el Premio Internacional Artífice de Poesía de Loja (España) por su poemario Luz de barro; en el año 2010 ganó el Premio Internacional Copé de Oro de Novela por La Noche y sus Aullidos; en el año 2012 el Premio Latinoamericano de Novela Juvenil por Palomita de Sol y, fue Mención Honorífica en el Concurso Casa de las Américas de Cuba por su novela testimonial Como una Espada en el Aire.

El siguiente diálogo se centra en sus intereses, su visión sobre la literatura y en el panorama literario peruano de la actualidad.

Sócrates Zunzunaga. Fotografía de ANDINA/POP.

¿Cómo surgió su interés por la literatura?

Mi interés por la literatura surgió desde niño. Recuerdo que, en mi remota infancia, solía siempre fantasear narrándoles historias fantásticas a mis amigos, a los que les decía que eran historias que en realidad habían ocurrido en el pueblo, y todo esto lo realizaba estimulado por las muchas lecturas que tenía. En esto influyó mucho mi padre, Ricardo Zuzunaga Vilcarímac, quien fue un empedernido lector de novelas clásicas y norteamericanas. Esa pasión la heredé de él, por imitación, ya que era el único entretenimiento que existía en mi pueblo andino donde no había ni cines ni teatros, y no existía tampoco electricidad ni carretera. En ese lugar había personas que intercambiaban este tipo de lecturas en forma continua, ya que esos libros les eran enviados desde la capital por familiares y amistades. Esas lecturas despertaron en mí la pasión por la literatura. Aparte de eso, también influyeron mucho los relatos tradicionales que me contaron los campesinos de mi tierra.

¿Quiénes han sido los escritores que han influido en su obra? Imagino que han cambiado a lo largo del tiempo, pero ¿quiénes son los que han permanecido?

Los escritores que influyeron en mi realización como escritor fueron: José María Arguedas, Ciro Alegría, Francisco Izquierdo Ríos, César Vallejo, Gabriel García Márquez, Jorge Amado, Juan Rulfo, Vicente Leñero y Jorge Icaza. Leo otras cosas, autores de otras latitudes pero siempre retorno a ellos.

¿A qué narradores peruanos actuales lee y recomienda?

Félix Huamán Cabrera, Dante Castro, Luis Nieto Degregori, Miguel Gutiérrez, Oscar Colchado y muchos otros escritores andinos. Ellos alimentan mi espíritu y fomentan mi creatividad.

Es difícil dedicarse exclusivamente a la labor de escritura en la zona andina ¿Cómo es su proceso de creación en este contexto?

Claro, la situación aquí es muy complicada, muy pobre. Me dedico a la enseñanza del español a niños y jóvenes indígenas, mi padre también fue maestro, y combino esta actividad con la escritura. Trato de escribir todos los días. Pero, a veces, me paso mucho tiempo sin hacerlo, y así llego hasta a unos dos o tres meses sin llegar a escribir nada, solo leyendo y cavilando en futuras escrituras. Pero cuando retorno a la escritura no la dejo hasta concluir o avanzar una gran parte de la obra que estoy trabajando. A una misma vez, trabajo en muchos cuentos y novelas; intercalo entre ellos según mi estado de ánimo, mi cansancio o entusiasmo. Cuando me canso de escribir una obra, paso a la otra. Y ese trajín es de todos los días.

Ha incursionado en varios géneros ¿en cuál se siente más cómodo?

Escribo cuento, novela, poesía y literatura infantil. Me siento más cómodo escribiendo obras para niños, entre teatro, cuento, novela y poesía. Una forma de liberarme de ciertas tensiones es volviendo a ser niño, evocando los tiempos de mi niñez. Como le contaba, las condiciones de vida eran muy adversas pero en esos momentos no le poníamos atención.

 

Desde México el panorama de la literatura peruana se aprecia como próspero y atractivo. A su juicio, ¿cuál es la situación de la literatura peruana actual?

La literatura peruana actual sí es muy rica y variada pero no hay que pasar por alto que está muy dividida entre los escritores citadinos y los de la provincia. Y tengo la sensación de que los escritores citadinos están siendo más apoyados por el oficialismo y por los medios de comunicación. Los escritores de provincia tenemos que editar nuestros libros con nuestros propios medios y no nos dan espacio en los medios de comunicación. Cuando un escritor citadino gana un premio es promocionado y resaltado en todos los medios, con fotos y entrevistas; en cambio, cuando un escritor provinciano gana un premio, es relegado y marginado; o sea, no es publicitado en ningún medio de comunicación.

 

¿Por qué cree que exista esa separación entre los “limeños/cosmopolitas” y los “andinos/provincianos”?

Esa separación es absurda e incomprensiva, y es en una forma muy marcada. Los escritores cosmopolitas nos desdeñan a los que somos de provincia, no me explico por qué. Ellos nunca asisten a nuestros eventos literarios. Con ellos somos como el agua y el aceite. Y no es por iniciativa de los escritores provincianos, sino por ellos mismos que nos miran por sobre el hombro y arrugando la nariz, como con un gesto de repugnancia. Para explicar este detalle, déjeme decirle que, en la época del conflicto armado, las personas acomodadas que rodeaban a esos escritores pedían que la aviación peruana fuera a bombardear Ayacucho para acabar -de una vez por todas- con ese estado de guerra popular. Decían: “acaben con todos esos serranos piojosos e ignorantes para liberarnos de los subversivos”. Como puede ver hay muchos prejuicios. En cambio, si por nosotros fuera, estaríamos muy felices de departir la literatura con ellos, ya que nuestra idiosincrasia andina históricamente tiene carácter comunal y solidario, que son valores incaicos.

Particularmente en lo que respecta al tema de la violencia ¿qué lo llevó a escribir sobre el conflicto armado interno?

A mí me ocurrió igual que lo que le ocurrió a José María Arguedas. Cuando Arguedas leyó los primeros cuentos sobre los indios, escritos por López Albújar o Ventura García Calderón, dijo que esos escritores no conocían bien al hombre andino y que, por eso, estaban deformando la personalidad de sus personajes nativos. Los indios no eran así o no son así. Del mismo modo, cuando yo viajé a Lima, empujado por la represión militar, percibí esa misma situación. O sea, para los limeños, los soldados eran los angelitos salvadores que estaban luchando contra los demonios que eran los subversivos o los campesinos. Lo cual no era así. Lo que estaba ocurriendo era al revés. Muestra de todo esto son las innumerables fosas comunes en las que se encontraron miles de cadáveres de mujeres, ancianos, campesinos y niños, todos desaparecidos en manos del ejército. Entonces, me propuse escribir una novela que estuviese sustentada en la realidad del conflicto armado. Tenía que construir una ficción cercana a la realidad de la guerra popular. Así nació mi novela La noche y sus aullidos.

Portada de La noche y sus aullidos

Esta novela (La noche y sus aullidos) aborda el conflicto desde dentro, es decir, está situada temporalmente en plena guerra y los personajes viven en la zona de conflicto. Esto, lo veo como lectora extranjera, aporta mucho para la comprensión de la guerra puesto que da pistas sobre su origen, sobre la situación económica, de pobreza, de injusticia y de desigualdad. Se entiende que Sendero Luminoso no surgió de la nada, sino que había condiciones históricas que lo posibilitaron. Este contexto no lo ofrecen otras novelas, por lo menos las que llegan a México. ¿Cuál fue la razón para elegir abordar el conflicto de este modo?

Aunque a muchos no les agrade, me considero un escritor comprometido. Al escribir mi novela, mi intención fue dar a conocer la verdad de los hechos a los lectores; quiero que todos sepan que el conflicto armado no fue un hecho de mentes torcidas, dementes o diabólicas, tal como lo afirma la prensa oficial. Sino que hubo causas históricas de marginación y olvido, de extrema miseria y hambre, de vergonzosa indiferencia gubernamental. Por eso no estoy de acuerdo con algunas obras literarias en las que se pasa por alto el contexto andino o se culpa a los campesinos de la zona.

En este sentido, ¿considera que es válido que algunos autores se escuden en la ficción para publicar obras en las que se denuestan las comunidades indígenas?

El escritor es libre de crear la ficción que desee. De esto hay ejemplos muy contundentes. El problema está cuando no hay verosimilitud. Hay muchos autores que han escrito sobre el conflicto armado, pero lo han hecho desde el exterior, desde la orilla y con ojos de turista. O sea, han escrito sobre lo que no conocen bien. Y solo lo han imaginado todo con base en noticias falseadas o amañadas, eso hace que sus obras no sean creíbles para aquellos lectores que sí conocen esa realidad. Eso también muestra que no les ha interesado conocerla.

 

¿A qué responde la existencia de tantas obras literarias que abordan el conflicto, aún sin conocerlo a profundidad?

Fueron muchos los motivos que movieron a escribir sobre el conflicto armado. Creo que los intereses son bastantes claros. Unos lo hicieron soñando quizás con una inesperada fama, por causar algún impacto social, para impresionar a los lectores con su trabajo literario y tal vez, para estar a la moda. No podemos olvidar que la literatura también responde a un mercado. En cambio otros, entre los que me incluyo, lo hicieron porque tenían la necesidad de contar lo sucedido. Frente a la sangrienta e irresponsable represión militar, en la que murieron gran parte de inocentes campesinos, estudiantes y profesores, no me quedó otra manera de tomar una posición de compromiso ante el abuso y las injusticias. Me considero un escritor comprometido con el sufrimiento de mi pueblo. No puedo escribir solo por arte. Para mí la literatura en un instrumento de lucha.

Un aspecto fundamental de su novela es la presencia de referencias culturales. Pienso que es una obra que se inserta dentro de la tradición arguediana. Es notorio su profundo conocimiento de la cultura y cosmovisión quechua-andina. Además, hay un cuidado de la oralidad y de las expresiones indígenas. Incluso me atrevo a decir que es un ejemplo de literatura escrita alternativa, en términos de Martin Lienhard. ¿Estaría de acuerdo?

Estoy totalmente de acuerdo con esa apreciación suya. Yo soy ayacuchano y conozco muy bien cómo es la cultura quechua. Tengo el alma desgarrada por todo lo que sufrieron y aún sufren mis hermanos campesinos. Lo que ocurrió fue un verdadero genocidio, a todas luces. Me interesó incluir ambos aspectos en mi novela, narrar esa violencia sin dejar fuera los aspectos culturales que enriquecen esta región y que ayudan a explicar cómo pudo sobrellevarse.

 

Me parece que la música es un elemento clave de La noche y sus aullidos, no está sólo como telón de fondo, sino que forma parte esencial de la narración, complementa y escolta los momentos más emotivos. ¿Cuál es la importancia que tiene para usted la música? ¿Cuál sería la relación entre estas dos expresiones artísticas en su literatura?

Uno de los aspectos culturales a los que me refería en la pregunta anterior es justamente la música, que es una parte fundamental de la vida en las comunidades andinas. Además de escritor, me reconozco también como músico tradicional y amante de las expresiones culturales de mi pueblo. Creo que la literatura y la música están íntimamente ligadas. A raíz del conflicto armado, surgieron muchas expresiones musicales explicando o lamentando poéticamente el abuso y los crímenes de los militares.

Su novela es polifónica y eso la hace sumamente interesante porque no hay un solo eje o narrador hegemónico. Hablan senderistas, campesinos y militares, aunque el peso de la narración recae en Clemente. ¿A qué se debe la elección de este recurso?

Me fue muy difícil escribir la novela. Quería que se escucharan todas las voces. Deseaba abarcar todo lo que había ocurrido en esta zona y creo que lo logré en una gran parte. Insisto en que intenté escribir mi obra desde adentro, desde el corazón mismo de la guerra. Por eso hago hablar a mis personajes con sus propias palabras, sin distorsionarlas. Demoré cerca de tres o cuatro años en escribir mi novela. Hice múltiples modelos literarios, rompí y deseché muchos escritos. En realidad fue muy agotador. Pero estoy muy satisfecho con lo que hice. Y con los escritos que me sobró o deseché estoy armando otras novelas que guardan íntima relación con la primera.

A pesar de que su obra es amplia y ha sido galardonada, es poco estudiada. Sólo se han escrito algunas reseñas en publicaciones de divulgación pero no hay trabajos académicos formales. ¿A qué se debe este fenómeno?

Yo mismo no me explico por qué mi novela, a pesar de haber sido galardonada con un premio internacional, no ha aparecido como noticia en los diarios oficiales de mi país. Solo se difundió la noticia en un diario, en forma sesgada, y en un espacio pequeño. Si el galardonado hubiese sido un escritor de la burguesía, tal vez otro habría sido el tratamiento. Eso ocurre siempre con los escritores que somos de provincia. Por otro lado, mi novela demoró en ser publicada cerca de dos años; en cambio, las novelas de anteriores galardonados salieron a luz a los pocos meses. Amigos que han leído la novela sostienen que, tal vez, fue por el tema de mi obra, un tema tan fuerte y descarnado que reflejaba una realidad tan contundente y brutal, de abuso y asesinato, contraria a la que el oficialismo difundía, distorsionaba y amañaba a su favor. Pero, felizmente, hay estudiantes universitarios que están realizando sus trabajos de tesis con mi novela y los estoy apoyando.

 

La falta de estudios críticos también debe responder al problema de la circulación de las obras. La andina es una literatura local, circula en una zona pequeña. ¿Considera que esto también influye?

Desde luego, los escritores andinos también nos enfrentamos a ese problema. En general, publicamos en pequeñas casas editoriales porque a las trasnacionales no les interesan nuestras obras. A todo escritor le conviene que su obra se difunda y rompa las fronteras en su difusión. ¿A quién no? A mí me gustaría que mi obra sea traducida y leída en todas partes del mundo. Pero parece que tengo muy poca suerte o hay quienes a los que no les conviene que se sepa la verdad de lo que realmente ocurrió en el conflicto armado. Tal vez una buena salida sea la auto publicación o recurrir a los libros electrónicos para que tengamos más lectores. Aunque también en eso estamos en desventaja, no tenemos las herramientas tecnológicas pero estamos en ese camino.

 

Por último ¿cuál es su próximo proyecto en puerta?

Tengo muchos proyectos literarios iniciados y en la mente. Casi todos ambientados en la sierra y en la costa del Perú. Me estoy enfocando en un libro de cuentos con el tema de la violencia política que desangró a mi país.

 

Acerca del autor

Brenda Morales Muñoz

Licenciada, maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos (área de literatura) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó…

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