Ricardo Piglia juega con una esfera de vidrio ante la cámara. Foto: Restless Books

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La literatura, conversación y cátedra con Ricardo Piglia

Ricardo Piglia, La forma inicial. Conversaciones en Princeton, Madrid: Sexto Piso, 2015, pp. 245.

Publicado por la editorial Sexto Piso en 2015, este libro está compuesto por once entrevistas realizadas al escritor argentino Ricardo Piglia. Dichas entrevistas han sido compiladas y preparadas por Arcadio Díaz Quiñones y Paul Firbas, siguiendo una previa edición publicada en Chile, a la que en 2015 el autor de Respiración artificial ha incorporado cinco textos más, en los que continúa sus abordajes de la narrativa latinoamericana. A pesar de que el título hace referencia a la Universidad de Princeton, la mayoría de las entrevistas fue realizada en otros espacios, pero, advierte el autor, hay una unidad que corresponde al ámbito en el que desarrollaba las hipótesis del libro.

El volumen posee un rasgo que es anunciado desde el título y que destacan, tanto el prologador, Firbas en “Prólogo. La conversación y sus formas”, como el mismo autor en su nota inicial: el libro está conformado no por una serie de entrevistas con preguntas y respuestas que busquen la concesión, sino por un entorno dialógico que más tiene que ver con la conversación, con la digresión, la charla ocasional pero también con la cátedra en el aula universitaria. Así, el lector se anexa a esta interacción y tiene acceso a una exposición de la poética de Piglia de viva voz.

La primera entrevista se titula “Tiempo de lectura”. Se trata de una conversación en la Biblioteca Nacional de Argentina, la cual parte del lector como elemento primordial de la comunicación literaria. Además, se anexa el cuestionamiento de la tecnología y su impacto en la escritura y en la lectura. Por otra parte, se plantea la manera en que las innovaciones como la Web aceleran el encuentro con el lector y la proliferación de contenidos textuales. Ahí, Piglia advierte sobre la desmaterialización literaria, al trascender el soporte del libro; las cuales poseían un antecedentes en el cut-up de Burroughs, “el lector salteado” de Macedonio Fernández, la cercanía en los mundos de Jorge Luis Borges y el cibermundo.

En “Modos de narrar” Piglia parte del pretexto del juego de las humanidades en el mundo actual para abrir camino hacia la pregunta sobre los usos del lenguaje. De ahí surge la afirmación de que en un sentido todos somos narradores, aunque la labor del narrador sea tal que incorpore una cierta emoción al receptor. Por otra parte, pone en juego la idea de la idea como testimonio y su valor social, luego que la literatura puede volver sobre una historia que ha sido borrada, para así nombrar lo oculto y reconstruir una realidad ausente. En esta conversación aparece también la noción que da título al libro “la forma inicial”, que consiste en la narración del primer relato, un relato del que surgen el resto de estos, y transfiere culturalmente formas de narrar.

En Santa María no pasaba nada. Sobre Juan Carlos Onetti”, la obra de dicho autor está en el centro de la tercera conversación. Se trata de una serie de reflexiones de Piglia en cuanto a la estética de Onetti (de quien Piglia ha escrito el guión cinematográfico de El astillero); además, destaca el constante uso de Onetti de la nouvelle. Este género, dice el argentino, se emparenta con el cuento: “el cuento contado muchas veces […] Se organiza sobre un núcleo que nunca se explica, que habitualmente es un secreto que hay en el texto y sirve para atar las historias” (54). Más aún, Piglia ve a Onetti como un cruce entre la obra de Artl y Borges; al mismo tiempo, distingue el vínculo del nouvelle en autores como Julio Cortázar y la que para él es una nouvelle, El perseguidor. Esta preocupación sobre la nouvelle también es planteada en la última entrevista del libro “Secreto y narración”, donde abunda sobre la nouvelle como género, el cual es precisado como un hipercuento, “una versión condensada de cuentos múltiples que se van anudando en una historia que, sin embargo, no se disgrega, porque se ata en un punto oscuro” (242). “Aspectos de la nouvelle” aborda dicho género en el cual distingue a escritores como Conrad, Henry James, Rulfo, Scott Fitzgerald, Onetti y José Bianco. Bajo este término francés, Piglia encuentra tonos narrativos diferentes, como el desligue con la oposición verdad-falsedad para preferir la relación entre verdad y secreto; lo que no está narrado y ha de interpretarse es lo que articula la estructura de este género.

Ricardo Piglia, en su estudio. Foto: Rodrigo Néspolo/La Nación.

En “Sobre la interpretación narrativa. Notas para una conferencia”, la interpretación del texto literario es el eje para indagar sobre autores tan diversos como Kafka, Saer, Cortázar o Borges. Su preocupación reside en la manera en que un texto produce otros textos, así como vías para interpretar dicho texto. Es la posibilidad de que a un relato se le responda con otro con el que dialoga, lo contradice o lo complementa. Por su parte “Las versiones de un relato” presentan el cuestionamiento sobre las formas de escribir, al asumir el texto como un proceso inconcluso que otorga la posibilidad de continuarlo de otra manera.

“Medios y finales” enlaza el acto burocrático de la firma de su testamento con la entrevista que le sigue a dicho proceso; los testigos se convierten en sus interlocutores en la entrevista. Aparece la idea de la firma testamentaria en relación a la firma del texto, confiere cierta propiedad sobre el texto. El diálogo aborda temas como el nombre falso del autor, la manera en que, siguiendo a Piglia, el autor siempre es ficcional y la ficción incorpora la autoralidad. La interrupción, como pausa y como fin, en la narrativa y en la vida, es abordada por el argentino. A esto se asocia la idea de presente, la celeridad de la vida, pero también de la escritura periodística por una parte y la escritura “en fuga hacia delante” que se da en las novelas de César Aira; en ellas, distingue Piglia una expansión de la noción del diario. Ve en Aira una celeridad y habilidad por construir novelas sobre motivos inmediatos, luego pasar a otra. Esto es conectado por una productividad que está vinculada al deseo de ser interpretado, no para ser leído.

En “La ficción paranoica” Piglia aborda el género policial como un espacio narrativo donde la ficción y la no ficción pueden encontrarse. Destaca, ahí, a “Los crímenes de la calle Morgue” (1841) de Poe como la obra iniciadora del género, pero como un puente que se tiende hacia Latinoamérica con Borges. Piglia afirma que Borges distingue en Poe el creador de un nuevo lector, uno que sospecha desde la primera frase. Además, para Piglia la obra de Rodolfo Walsh es una forma precursora de la non-fiction novel y su Operación Masacre (1957) abre camino como un libro de investigación y presentación de un caso jurídico (anterior A sangre fría de Truman Capote, 1966), que se contrapone a la historia oficial del Estado. La de Walsh es una pieza que vive, indica Piglia, por la realidad, que aporta pruebas para reconstruir la realidad y señalar responsabilidades sociales.

Ricardo Piglia juega con una esfera de vidrio ante la cámara. Foto: Restless Books

“Volver a empezar” plantea el proceso escritural de Piglia. El autor afirma valorar el tiempo transcurrido en el oficio de escritor, dice “lo que se aprende a medida que se escribe es lo que no se quiere hacer” (165); como una poética que crece a partir de lo que se rechaza. Por su parte, la entrevista “Conversación en Princeton”, es una reflexión sobre la presencia del autor latinoamericano exiliado o autoexiliado en Estados Unidos y vinculado a la academia de dicho país, en las décadas cuando un sentimiento latinoamericanista señalaba a la nación norteamericana como culpable de las problemáticas regionales. Además, Piglia ve la dificultad de encontrar un espacio público-privado ante la institucionalización de la cultura y la industria cultural; que la sociedad intenta matar la cultura y la literatura, despolitizarla, porque es contraria al flujo capitalista en tanto que no es productiva y es crítica.

Sobre los términos metaficción y metacrítica, Piglia sostiene que “la ficción es siempre metaficción” (199). El argentino desconfía de la posibilidad de narrar de un modo en que las palabras sólo cuenten hechos. Mientras que la metaficción es una categoría que la reflexión de la novela y la crítica en la ficción se entrelaza, y es una tradición que él identifica proveniente de Cervantes y Joyce; junto a ellos, Piglia se afirma continuador de esta tradición, cuando sus personajes, por ejemplo, en Respiración artificial, son intelectuales interesados en la literatura y discuten la historia. En esta entrevista, Piglia vuelve a la discusión sobre el Estado, esta vez como constructor de ficciones necesarias para gobernar; por ello, identifica a los críticos y a los escritores como decodificadores de dichas narrativas más efectivos que los políticos y los historiadores. Sin embargo, el rol del autor, afirma, es construir un universo de ficciones antagónicas a las ficciones estatales. Esto produce una suerte de permanente tensión entre el Estado y la novela.

El autor continuó escribiendo hasta su deceso en 2017. Foto: Alejandra López/Clarín

Piglia retoma la autoficción y distingue ahí también la producción del mito del escritor, un aura que interactúa con las palabras. Ejemplos de dicha aura autoral implican a Kafka, Macedonio Fernández y Hemingway. En Kafka, por ejemplo, su imposibilidad a escribir, su constante afirmación de esta imposibilidad que crea una paradoja entre los textos y el sujeto que forma su propio mito. Posteriormente, aborda la vinculación de la literatura y el cine, el cine como una expansión de la literatura. Afirma que se ha perdido la distinción de ficción y verdad en el cine, y porque la sociedad del espectáculo se sostiene por la representación.

De esta manera, el conjunto de entrevistas hacen un recorrido personal en un diálogo con el lector para explorar la propia poética de Piglia, así como las vinculaciones entre el mundo contemporáneo y las nuevas tecnologías en relación con la literatura; el cine y la literatura; las narrativas estatales y la literatura ante ellas. En este libro, la digresión propia de la conversación presenta y abunda en las posturas que el autor argentino poseía respecto, no sólo, a la literatura, sino a la sociedad que produce y consume los artefactos culturales.

Colaborador

Gerardo Cruz-Grunerth

Ha realizado estudios doctorales en literatura hispánica en Boston University y en estudios culturales en la Universidad de Santiago de Compostela, España. Cursó el Master Crossways in Cultural Narratives en Francia, España y Polonia con la beca Erasmus Mundus de la Unión Europea; la Maestría en Literatura Mexicana y la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara, donde ha sido profesor de literatura. Es autor del libro Mundos (casi) imposibles. Narrativa postmoderna mexicana (Vervuert/Iberoamericana, 2018); de las novelas Tela de araña (Ficticia, 2011) y Últimas horas (Cante-Cenart, 2008); de los libros de cuento El fuego camina conmigo (NitroPress, 2014) y Círculo que se cierra (De lo Imposible, 2013). Obtuvo el Premio de Narrativa Manuel José Othón 2009 y la mención del Premio Nacional de Narrativa Joven Comala 2010. Sus intereses incluyen la literatura hispánica reciente, la teoría literaria y las vinculaciones entre literatura-artes audiovisuales-performativas.

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