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Entre lo insólito y lo extraño: nuevas perspectivas analíticas de la literatura fantástica hispanoamericana

Alejandra Amatto (edit.). Entre lo insólito y lo extraño: nuevas perspectivas analíticas de la literatura fantástica hispanoamericana. México: UNAM-FFyL-IIFL, 2019, pp. 468.

El volumen que se comenta aquí contiene 17 artículos (algunos de los cuales se presentaron como ponencias en un coloquio del mismo título llevado a cabo en mayo de 2016 en el IIFL de la UNAM) que se dedican “al estudio de la profusa narrativa fantástica y sus categorías limítrofes de­sarrolladas en los últimos años en la región”. Su cometido principal, o el eje que pretende encadenarlos, es su afán por desplazarse en los márgenes o lindes del género. Destacan, por su recurrencia, la puesta en crisis del modelo de Tzvetan Todorov, el comentario de la categoría de lo siniestro (Unheimlich) de Sigmund Freud, y la Antología de la literatura fantástica como hito del género en Latinoamérica. A continuación, se ofrece una síntesis de cada uno de los trabajos.

El artículo que inaugura el libro se trata de “Borges en la constitución del canon fantástico”, donde Rafael Olea Franco nos ofrece una vista panorámica de la configuración del género en la obra del argentino, principalmente en lo que se refiere a su definición, su configuración en la creación borgeana, y la vía que ésta abre para futuras concepciones del género. En un extenso y muy nutrido trabajo, el especialista caracteriza lo fantástico en Borges desde una mirada que se aparta de lo tradicional (la definición clásica de Tzvetan Todorov).

A partir de un ejercicio más crítico que teórico, revisa, entre otros, los cuentos de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, “El informe de Brodie” y “There are more things”, mediante los cuales establece algunas rutas de análisis: la autorreferencial, en la que los sucesos fantásticos no surgen en el clásico “mundo de representación mimética construido con códigos literarios realistas”, sino que éstos son producidos por la literatura misma; en este mismo tenor, destaca un “irresuelto contraste entre dos mundos o realidades”, el de causa natural y el de causa sobrenatural; asimismo, se destaca que Borges intenta apartarse constantemente de la estrategia “efectista” (que solía criticar en Horacio Quiroga) y recurrir a la estrategia de la “alusión”, optando por una “codificación fantástica inversa”, donde hay una realidad ficticia familiar para los personajes (a veces retratados a partir de la “alteridad”), pero extraña o ajena para el narrador o los lectores, en un intento por producir el efecto de lo extraño respecto de lo natural o común.

Un lugar especial lo ocupa la reiterada mención de la Antología de la literatura fantástica, compilada por el mismo Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, a partir de la cual comienza un proceso de difusión y canonización del género en el ámbito hispanoamericano. Se destaca como rasgo particularizante de la antología la preocupación de sus antologadores por incluir cuentos con carga metaliteraria, es decir, que se preocupen, además de por contar una historia, por desarrollar cierta poética y estética de lo fantástico.

Olea Franco explica que es difícil encasillar a Borges desde la teoría de lo fantástico, aunque, si se lo observa de cerca, podrá percibirse una recurrencia: para el argentino, los textos fantásticos son símbolos de nuestra vida, y están muy lejos de ser una evasión de la realidad o un ejercicio imaginativo intrascendente.

Este trabajo da paso al apartado “Un puente entre siglos: literatura fantástica del XIX”, cuya primera contribución es “Deslindes de lo sobrenatural en Tradiciones y leyendas mexicanas de Vicente Riva Palacio y Juan de Dios Peza”, en la que Diana Geraldo nos entrega una reflexión sobre las leyendas y las tradiciones en el México decimonónico, caracterizando ambas manifestaciones literarias como un “fantástico primitivo” (Flora Botton), esto es, “las historias de terror contadas por los abuelos, a los terrores nocturnos, como las pesadillas, y a las historias de fantasmas y aparecidos”, cuyo carácter fantástico radica, más que en el mencionado modelo clásico de Todorov, en un pacto de lectura: “En el mundo narrado, el suceso sigue siendo un enigma, pero no para el lector que ya ha entendido que el hecho está relacionado con fantasmas, con lo que la intriga se resuelve para él”. La autora analiza algunas leyendas de Tradiciones y leyendas mexicanas de Vicente Riva Palacio y Juan de Dios Peza, poniendo atención sobre todo a su contrato de verosimilitud, sus rasgos de oralidad, sus finales morales o éticos, su registro arquitectónico, entre otros.

En seguida, Luz América Viveros nos presenta “La construcción fantástica de un ‘vástago degenerado’”, trabajo de crítica literaria que analiza el cuento “El guantelete”, de Ciro B. Ceballos. El estudio se destaca por el cotejo entre dos versiones del cuento (1899 y 1903), principalmente desde una puesta en tensión del ámbito decadentista mexicano en su colindancia con algunos recursos fantásticos. Figuras como las de femme fatale, femme fragile, snob o spleen, aparecen como elementos propios del decadentismo, trabajados desde la muy peculiar prosa del autor: llena de “neologismos, de hipérbatos y frases cortas, que fue calificada, además, de violenta”. Digno de mención es el uso de la categoría freudiana del Unheimlich para el comentario de algunos pasajes de Ceballos, aunque, como nota al calce, debe decirse que el texto carece de una problematización de la noción general de lo fantástico, que es uno de los fundamentos de todo el volumen.

También un trabajo predominantemente de crítica y rescate de obra es “‘Ya sé que nadie va a darme crédito’: lo fantástico en la obra de Francisco Zárate Ruiz”, de Alfredo Landeros Jaime. Después de hacer un recuento y problematizar algunos de los postulados teóricos más recurrentes en el terreno de lo fantástico (Dolores Phillipps-López, David Roas, Tzvetan Todorov, Irène Bessière, Rafael Olea Franco y Ana María Morales), Landeros se entrega a un análisis pormenorizado de los relatos “¿Quién soy yo?” (1898), “Cuentos del manicomio. Wal­purgis (?)” (1899), “Una venganza” (1899), “La cabeza del muñeco” (1900) y “La cabeza parlante” (1900), del poco estudiado Francisco Zárate Ruiz. El estudio reflexiona, fundamentalmente, sobre el cumplimiento o no de la vacilación fantástica todoroviana, la presencia de emociones en el espectro del miedo, y el tipo de desenlace (muerte, locura o condena).

El apartado “Fundadores y epígonos de lo fantástico argentino” lo abre Cecilia Salmerón Tellechea con el artículo “Ireneo Schmitz: Macedonio y Borges en los laberintos de la memoria”. Se trata de un estudio comparativo entre “Cirugía psíquica de extirpación”, “Funes el memorioso” y ciertos pasajes de Museo de la Novela de la Eterna, el cual extiende sólidos puentes estructurales y temáticos, en cuanto a ambos cuentos, y de la poética en general de ambos autores. Quedan principalmente destacadas las colindancias entre algunas de sus preocupaciones metafísico-literarias, como la memoria y la desmemoria, la fuerza del presente, la lengua como instrumento de ficción, y la convergencia entre ficción y filosofía, proceso en el que se señalan constantemente las influencias de Fernández en Borges. Cabe señalar, como en el caso arriba dicho, que se extraña la teoría o el comentario sobre lo fantástico, que realmente está ausente como problema de investigación.

Diferente es la situación con “En el principio fue El caos: la lógica fantástica de Juan Rodolfo Wilcock”, de Lucero Alejandra Rivera Cano, quien rodea la categoría en busca de cierta “lógica fantástica” en cuatro relatos de Wilcock: “El caos”, “Felicidad”, “Los donguis” y “La fiesta de los enanos”. Rivera Cano propone entender el género en el autor como un cuestionamiento de las fronteras de la “realidad”, entendida ésta como una convención sociohistórica que convive en simbiosis con lo fantástico. En sus lindes con la literatura de lo absurdo, narrando lo inenarrable a partir de una “sobreexposición de la violencia”, este fantástico se caracteriza por sus tintes subversivos, los cuales, a su vez, generan una distancia crítica o extrañamiento como efecto de recepción, alcanzando, incluso, el cuestionamiento del orden político y social.

El siguiente artículo se trata de “Lo que guarda el nombre: una improbable fantasía adolescente en La cena, de César Aira”. En él, José Miguel Candelario Martínez identifica lo que, muy acertadamente, puede entenderse como “un despliegue de pirotecnia fantástica”, idea que resulta de su análisis de La cena con un abanico de categorías de la teoría de lo fantástico. Este caleidoscopio teórico-crítico responde a la naturaleza francamente fragmentaria e inclasificable, en cuanto a género, de la novela, que, al mismo tiempo, presenta rasgos o fenómenos adjudicables a lo extraño, lo fantástico y lo maravilloso (Todorov); lo neofantástico (Alazraki); lo verosímil interno (Botton); el estatuto de realidad científico y la vacilación fantástica; la crítica del lenguaje y la literatura en sus limitaciones epistémicas; lo sobrenatural; el cuento de hadas; etcétera; sin dejarse constreñir por ninguno y simultáneamente haciendo alarde de todos ellos.

En “Repensar la amenaza: el fantástico literario en Pájaros en la boca de Samanta Schweblin”, de Sergio Javier Luis Alcázar, encontramos un rico planteamiento de las categorías (así como de los alrededores, los matices, las variantes y los entrecruces) de lo fantástico y lo siniestro (Unheimlich), aplicados al análisis e interpretación pormenorizados de los distintos cuentos que componen la obra de Schweblin. El enfoque fantástico principal parte de “la pro­blematización del concepto de lo real y la puesta en crisis de sus límites posibles” en función de las nociones de imposible, ilegalidad y transgresión, ideas ya trabajadas en artículos precedentes, pero que en esta investigación adquieren gran solidez teórica. La conclusión del texto apunta a que la poética de Schweblin contribuye con la extensión de “los alcances” de lo fantástico, pues “introduce una nueva postulación del género, que busca representar los desajustes, las ilegalidades y los imposibles dentro de la realidad más cotidiana”.

El siguiente apartado del volumen se trata de “De norte a sur: entrecruces en la narrativa hispanoamericana”, cuya primera contribución es “De lo fantástico literario a lo fantástico cinematográfico: aproximaciones”, de Anna Boccuti. El artículo plantea, en términos generales, la dificultad de trasponer el género de lo literario a lo cinematográfico, pues parecería que “pierde algo de su constitutiva ambigüedad semán­tica y sobre todo discursiva”. El texto, más que respuestas, plantea interrogantes. El comparativo se da entre las estrategias de representación de ambos soportes semióticos: ambigüedad, incertidumbre, alusión y elipsis, en el caso de la literatura, y la irrupción, saturación e imágenes excesivas de lo monstruoso, en el ámbito cinematográfico. Especial mención merece la comparación del personaje literario con el personaje cinematográfico.

A continuación, Alejandra Amatto nos presenta “‘El balcón’: entrecruces fantásticos y extraños en un cuento homónimo de Felisberto Hernández y Francisco Tario”, un artículo que aborda algunas de las “rarezas” de ambos autores. Después de hacer un breve recuento de las poéticas, estilos y temas recurrentes de Hernández y Tario, Amatto realiza un análisis, primero independiente, después conjunto y comparativo, de los dos cuentos que llevan curiosamente (o no) el mismo título. La autora defiende la idea de que la crítica que ha comentado a ambos autores ha solido, hasta época reciente, forzar o encasillar a sendos escritores en algún género o bajo alguna “racionalidad interpretativa” y, como resultado, ha caracterizado su literatura como inasible. De ahí que en su reflexión asocie el cuento de Hernández a lo extraño y el de Tario a lo fantástico, pero desde una mirada marginal, sin ningún constreñimiento o tipificación.

“El jardín maravilloso en los relatos eróticos de Marosa di Giorgio”, de Paola Gallo, indaga en la obra de la autora desde un muy sugerente “entrecruzamiento, entre sujeto textual y entidad biográ­fica”, esto es, entre la construcción discursiva de Di Giorgio como personaje (mediante la recuperación de varias entrevistas) y los personajes, temas y estilo de su labor literaria. Especial mención tiene “la con­vergencia en sus relatos de dos elementos: un espacio so­brenatural, por un lado, y las situaciones eróticas en las que se involucran sus personajes, por otro”. El “jardín”, verdadera heterotopía foucaultiana, es el lugar donde se desenvuelven los hechos diegéticos, que Gallo interpreta a partir de la categoría de lo “real maravilloso” (Roas): fenómeno situado en medio de lo fantástico y lo maravilloso, cuya característica principal es que “el elemento maravilloso se acepta e incorpora como parte de la realidad conocida”, y, por lo tanto, “lo insólito es narrado con una completa naturalidad”.

En “Leer con un solo ojo: fantástico y policial en Mario Levrero”, Raquel Mosqueda Rivera explora los encuentros, vaivenes, invasiones y complicidades de ambos géneros en Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo. Mosqueda identifica un juego fructífero y complementario de lo fantástico con lo policiaco, donde cada género contribuye con sus propias características, pero, al mismo tiempo, pone en tensión las del cómplice: la imposibilidad de restablecer el equilibrio (como en el policiaco tradicional) se da a partir de cierta lógica del absurdo, en la que la razón tiende al fracaso. La identidad inestable del personaje, la voz que llama la atención de Nick Carter y del lector, las manifestaciones de lo grotesco y lo violento, y una escritura esquizofrénica, contribuyen con cierta parodia estructural de ambos géneros y producen una obra, como otras comentadas en este volumen, de naturaleza inclasificable.

El último apartado del libro, “Diálogos y metamorfosis fantásticas”, comienza con “Lo fantástico en ‘Música concreta’, de Amparo Dávila”, de Fukumi Nihira. El artículo practica un análisis desde el basamento teórico de Ana María Morales, que define lo fantástico como la convivencia de dos concepciones del mundo, de “dos códigos excluyentes de realidad”, en este caso, el fantástico y el realista. Poniendo atención a lo “siniestro” (Unheimlich), Nihira se acerca a “Música concreta” desde la focalización del punto de vista del narrador, los actos transgresores de los personajes femeninos, los indicios o esbozos que anuncian lo fantástico, y el análisis de la idea misma de música concreta. Las conclusiones apuntan a que, en “este cuento, no se puede distinguir lo real de lo irreal […] Este cuento narra que de repente otra realidad que estaba oculta aparece frente a nosotros”.

También encontramos un trabajo de rastreo indicial en “Lo fantástico en la narrativa de la Revolución mexicana”, de Conrado J. Arranz, quien plantea una pregunta fundamental: “¿qué necesitaba contar la narrativa de la Revolución que no pudiera haberlo hecho estrictamente dentro del marco del realismo?”. Mediante el análisis de los cuentos “El fusilado”, de José Vas­concelos, “La cuerda del general”, de Rafael F. Muñoz, “Teponaxtle”, de Mauricio Magdaleno, “Huitzilopoxtli”, de Rubén Darío y “Acción a distancia” del Dr. Atl, Arranz propone la hipótesis de que la estrategia fantástica, en armonía con las temáticas tradicionales de la Revolución, es un recurso consciente de los autores para llegar a “un cuestionamiento de los planteamientos po­sitivistas que formaban parte de la educación del antiguo régimen, [y a] una reivindicación de lo indígena y su campo cultural que había sido precisamente el más damnificado”.

En “Lectura de lectores: las primeras reflexiones de lo fantástico en Amparo Dávila”, Diana Catalina Escutia Barrios hace un recuento de la primera crítica de Tiempo des­trozado, en un contexto en el que todavía no se consolidaba la teoría de lo fantástico y, por lo tanto, las asociaciones de la obra se daban con ciertos rodeos descriptivos. Así, las primeras reseñas de esta colección de cuentos centran su atención en parámetros surrealistas, en el psicoanálisis (en especial la noción de “creación visionaria” de Jung y el surrealismo en México), en las posibles influencias o parentescos temáticos y estilísticos (destaca la mención de Poe, Kafka, Lovecraft, Borges y Arreola), en la incertidumbre que deviene del horror y el terror, y en el horizonte literario de escritoras del periodo estético precedente (Concha Urquiza, Emma Godoy y Rosario Castellanos, entre otras). La autora concluye que los años que rodean a la obra son verdaderos momentos de gestación de la teoría, de la crítica y del propio género de lo fantástico.

En el muy pormenorizado comentario “Un cuento fantástico de la Revolución mexicana: ‘La cuerda del general’, de Rafael F. Muñoz”, Jazmín G. Tapia Vázquez aplica los ya comentados modelos de Ana María Morales (dos códigos excluyentes de realidad) y Flora Botton (fantástico primitivo) a este cuento de Muñoz. La autora considera en su rastreo, también indicial, el fenómeno de la superstición (“terror excesivo a lo nu­minoso, sobrenatural o preternatural”), en “un mundo mágico totalmente probable y posible, cuya conexión con el mundo real se da mediante objetos que proporcionan buena fortuna a quienes los portan”; el espiritismo, como “un sistema de conocimiento al que recurre [el personaje] Peralta para intentar explicar de manera racional el evento sobrenatural que vivió”; además de la presencia de “un sustrato histórico [y militar] comprobable que sostiene el carácter testimonial del cuento […] construido bajo coordenadas realistas”. Tapia no deja de mencionar que “la violencia se convierte en el signo descarnado de un mundo, cuyas reglas de funcionamiento se dirimen trágicamente en el binomio vida/muerte”.

En el último texto, “Las metamorfosis en la narrativa breve de José María Merino”, presentado por Claudia Cabrera Espinosa, llama la atención, desde luego, la inclusión de un autor español sin mayor comentario al respecto. Después de hacer un breve recuento del fenómeno de las metamorfosis o transformaciones en diversas tradiciones literarias y culturales, Cabrera repasa cuatro cuentos de Merino, “La prima Rosa”, “Imposibilidad de la memoria”, “Materia silenciosa” y “Papilio Síderum”, en los que en mayor o menor medida se cumplen algunas características de lo fantástico, en su posible desplazamiento hacia lo insólito, lo maravilloso, lo extraño y lo horroroso. La estrategia fantástica, en este caso, contribuye con el cuestionamiento de la identidad, la pregunta por el sentido de la existencia, la insignificancia de la vida humana, y la deshumanización. Según Alicia Mariño, “la angustia del hom­bre se origina […] en la incomprensión del absurdo de su propia existencia, que tan sólo produce desesperan­za, porque inexorablemente conduce a la nada”.

 

Acerca del autor

Daniel Castañeda García

Es Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas y Maestro en Letras Latinoamericanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es profesor desde 2016 en las asignaturas del área de Teoría de la Literatura…

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