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Panza de burro: una lengua como nieve encima de un vulcán dormido.

Andrea Abreu. Panza de burro. Sevilla: Editorial Barrett, 2020, 172 pp.

Hasta el 25 de marzo del 2020, la bruma plomiza que suele cubrir los cielos (y acaso la lengua) del norte de Tenerife logró mantener oculta la potente luz que proyecta la escritura de Andrea Abreu (Tenerife, 1995). Ese día, como se indica en el colofón de Panza de burro, estuvo marcado por la sombra de una «inmensa nube», bajo la cual se publicó la primera novela de la periodista y autora canaria.

Reconocida con el accésit de xxxi Premio Ana María Matute de narrativa de mujeres por su relato «Los movimientos de las plantas», Abreu incursiona en el mundo de la novela con Panza de burro, una obra intensa, delicada, vital y extraordinariamente poética. En ella, el lector acompañará a la narradora, una preadolescente tímida y curiosa, durante un extraño verano en el que aprenderá, entre otras cosas, sobre la amistad, el deseo, el sexo, la violencia, la desigualdad, las creencias populares, la homofobia, la traición y la muerte.

Sin nombre; es decir, casi sin una personalidad o identidad completamente definida, anónima, intercambiable, la narradora de Panza de burro se cuestionará sobre la vida mientras disfruta del intenso amor y del miedo que le produce la potente personalidad de Isora Candelaria González Herrera, su mejor amiga y compañera de aventuras. Las preadolescentes empezarán a descubrir todo lo que se encuentra más allá de las historias y habladurías de las calles de su barrio, de la protección y experiencia de sus abuelas, y de la inocencia de los juegos infantiles que empiezan a quedar en el olvido. Panza de burro es una novela sencilla, nostálgica, al mismo tiempo que es desgarradora y triste. Con ella Abreu les recuerda a los lectores lo importantes que son las amistades, vale decir, las emociones y sentimientos de la infancia.

Las chicas vivirán un verano que se mecerá entre las exigencias que se imponen a las mujeres para tener un peso corporal específico (mantenido mediante innumerables y mortificantes dietas), el sueño y el deseo de disfrutar de ese mar que, aunque se halle muy cerca, para ellas parece estar a kilómetros de distancia y ser inaccesible, y, en fin, el tedio de los días sin escuela, mientras esperan con ilusión la aparición de los papelitos de colores que anuncian las fiestas, y que les sirve como medida del tiempo.

Foto de Alex de la Torre

Si bien en el espacio en el que se desarrolla la historia parece reconocerse Tenerife, Abreu ha conseguido dar verosimilitud a un pueblecito que realmente solo existe en la ficción, pero que para cualquier lector familiarizado con las Islas Canarias tendrá rasgos propios. La isla que se describe en Panza de burro no es la del luminoso y aséptico paraíso natural con el que se relaciona a las Canarias. Al contrario, en las calles que recorren los personajes se percibe la pobreza, la precariedad y los agobios cotidianos de quienes trabajan para mantener ese imaginario edén de relajación y descanso. Andrea Abreu no se cohíbe al exponer los estereotipos y el desconocimiento que hay entre los turistas guiris o los españoles peninsulares y los canarios, y tampoco se limita al darle un generoso espacio a la oralidad que representa a los personajes de su novela. Consigue entretejer con gran maestría las particularidades fonéticas del habla de las chicas con la penetración e importancia que empiezan a tener los anglicismos o extranjerismos, la lengua «otra», en el ámbito social y cultural de los noventa, época en la que se desarrolla la trama de la novela. La lengua de nieve que cubre el vulcán del Teide muestra una convivencia natural entre opuestos que en la novela se hace cuerpo en la fricción entre el habla y las emociones. Sin sombra de duda, el tono y la forma de narrar son los mayores aciertos de esta obra.

En ese sentido, vale la pena mencionar que algunos de los detractores o críticos más intransigentes de la novela han cuestionado la inclusión de las expresiones canarias, argumentando que el lenguaje dificulta a los lectores la comprensión de la historia; sin embargo, es justamente en esa decisión estética en donde se revitaliza el poder de la lengua, y donde se enriquece la experiencia de lectura. La extrañeza ante el uso fonético de la lengua, de los localismos o anglicismos escritos fonéticamente, pone en evidencia, más bien, no una pobre o limitada factura de la obra, sino las limitaciones de aquellos lectores que solo consiguen disfrutar de la sacralización de la norma, de todo lo que se queda dentro de las fronteras del lenguaje local, de lo familiar o de las experiencias inmediatamente afines a ellos.

Del mismo modo, es importante destacar que Panza de burro es una novela que cuenta con un envidiable proceso de edición que ha sido llevado a cabo en España por Sabina Urraca, dentro del proyecto «Editora por un libro», de la Editorial Barrett.1 En la nota de presentación que hace la editora, Sabina Urraca, tampoco teme contar abiertamente las dificultades, las emociones y los descubrimientos que ha experimentado a lo largo del proceso de lectura y edición de la obra. Por tanto, esta es una novela cuyo valor reside no solamente en su historia o en la forma en la que esta se ha contado, sino también en el cuidado y minucioso trabajo creativo conjunto que hay entre la escritora y la editora, así como en la confianza que ha depositado en ellas la editorial al apostar por una voz literaria que probablemente seguirá desestabilizando y enriqueciendo las letras hispánicas.

Panza de burro es una obra que recupera el sentido indeclinable de la literatura, esa esperanza de que, sea lo que sea lo que se le cuente al lector, se perciba en sus páginas el deseo de hallar nuevas formas de narrar, las pruebas de una búsqueda estética que le permita al relato enfrentarse con las normas al tiempo que las trasciende.

Acerca de la autora

Alexandra Saavedra Galindo

Doctora en Letras por la UNAM, maestra en Estudios Latinoamericanos (área de Literatura), por la misma institución, y licenciada en Lingüística y Literatura con énfasis en Investigación Literaria, por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá. Fue investigadora posdoctoral en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM (2016-2018). En 2014 realizó una estancia de investigación en la Universidad Complutense de Madrid y, en 2009, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha participado como conferencista y ponente en diversos congresos y eventos académicos. Ha coordinado dos libros, y cuenta con capítulos y artículos publicados en revistas internacionales arbitradas. Sus áreas de investigación son el arte conceptual y la experimentación formal en la literatura hispanoamericana actual, la obra de César Aira, la ruptura de géneros literarios, y la metaficción, autoficción e intertextualidad en la narrativa latinoamericana contemporánea. Es profesora de Literatura hispanoamericana contemporánea, Literatura comparada y de Teoría literaria en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Hace parte del Sistema Nacional de Investigadores mexicanos (SNI), y es miembro fundador del SENALC. Actualmente es la Coordinadora Ejecutiva de la Cátedra Extraordinaria Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana de la UNAM.

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Notas al pie:

  1. Panza de burro será publicada en México, próximamente, por Elefanta Editorial.