Portada de Los eufemismos (2021), de Ana Negri.

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Fronteras simbólicas y el lenguaje como un territorio en disputa: Los eufemismos (2021), de Ana Negri

Negri, Ana. Los eufemismos. Ciudad de México: Antílope, 2021.

Portada de Los eufemismos (2021), de Ana Negri.

Los eufemismos (2021), de Ana Negri (Ciudad de México, 1983), es una novela entrañable, que cuenta la historia de una hija y su madre exiliadas en México intentando sobrevivir a las huellas del pasado violento, mientras los estragos silenciosos de la última dictadura argentina (1976-1983) siguen presentes en su día a día; pero no sólo es eso, este texto también nos plantea una reflexión profunda sobre el lenguaje, la identidad y las fronteras simbólicas que atravesamos todos los días sin darnos cuenta. Clara, la protagonista, vive en dos mundos simultáneos. Por un lado, convive con los ecos de una Argentina lejana de la que sus padres debieron salir para salvar sus vidas y, por otro lado, habita los espacios cotidianos de una Ciudad de México con sus propias dinámicas. Mexicana y argentina al mismo tiempo, Clara tendrá que escarbar en el pasado de su madre para comprender las historias que se han suavizado con el transcurrir del tiempo. Es decir, la protagonista tendrá que entender los eufemismos de su vida para situarse en el presente.

        La novela de Ana Negri, publicada por editorial Antílope en México, y por Los libros de la mujer rota en Chile (2020), inevitablemente nos lleva a pensar en los usos, y abusos, del lenguaje. Al momento de escribir estas líneas, al otro lado del mundo, Rusia realiza una serie de bombardeos al este de Ucrania que han sido llamados por el presidente Vladímir Putin una “operación militar especial”. Sin afán de efectuar un análisis geopolítico ni exponer posturas a favor o en contra de la acción militar, lo que podemos reconocer inmediatamente es una estrategia lingüística muy utilizada hoy en día: el empleo de eufemismos para moldear el discurso y, con ello, la asimilación de la “realidad”. Tiempo atrás Ricardo Piglia ya advertía sobre estos usos del lenguaje y sobre la lengua como un territorio en disputa, en donde habría una batalla encarnizada por la posesión de los discursos, la historia y la literatura: “En definitiva, la crisis actual tiene en el lenguaje uno de sus escenarios centrales. O tal vez habría que decir que la crisis está sostenida por ciertos usos del lenguaje […] El Estado tiene una política con el lenguaje, busca neutralizarlo, despolitizarlo y borrar los signos de cualquier discurso crítico.” (Piglia 182-183).

        En esa disputa los y las escritoras juegan un papel fundamental, recogiendo las pequeñas historias de vida (periféricas), para ponerlas en el centro de sus relatos, o debiendo poner la pluma contra el colonialismo lingüístico, no necesariamente al proveniente de otras lenguas, sino también al de proyectos macroeconómicos y políticos globalizadores. Por lo que la novela de Ana Negri nos obliga a preguntarnos ¿qué es lo que esconde el lenguaje indirecto?, ¿por qué es necesario aderezar la realidad con palabras descafeinadas y manipuladas?, ¿cuál es el objetivo de decir “operación militar especial” en vez de guerra? O, en otros ámbitos, “oportunidad de mejora” en vez de derrota o pérdida. ¿Por qué no reconocer los procesos de supresión de derechos en las sociedades latinoamericanas en lugar de hablar de “reformas laborales”?

        En Los eufemismos, la protagonista debe rearticular su pasado y su presente a partir del día en que recibe una llamada en el trabajo para ir a buscar a su madre, quien sufre un episodio esquizoide: “‘Su mamá llegó hace un par de horas y… está muy nerviosa’, le dijeron. Ese día empezaron los eufemismos” (Negri 16). Pero, quizá, los eufemismos aparecieron en su historia familiar mucho antes, incluso antes de que ella naciera, cuando la dictadura militar argentina que expulsara a sus padres se hizo llamar Proceso de Reorganización Nacional, obligando a miles de personas a recorrer el mundo con un destino incierto a fin de salvar sus vidas.

        Partiendo de lo anterior, podemos decir que la experiencia límite de la madre de Clara es heredada a su hija, quien desde pequeña experimenta una tensión constante entre dos culturas y sus múltiples formas de lenguaje, haciendo parecer su mundo confuso: “Cuando ha tenido que leer en voz alta siente una inmensa vergüenza de hacerlo mal, por no saber qué acento usar. O más bien, de saber que el acento que está por escapar todo el tiempo, es el de una argentina cuya pertenencia no pende más que del recuerdo de otros. El mexicano… ése le sirve para vivir, no para leer…” (Negri 25). Clara no sabe qué dialecto del español utilizar ¿el mexicano o el argentino? Y esta confusión hará que la novela esté escrita a partir de dos geografías lingüísticas: “como se dice en México”; “como se dice en Argentina”.

Ana Negri. Fuente: Hablemos, escritoras.

        Ampliando la discusión, podemos encontrar algunas diferencias palpables entre la literatura de la primera generación de exiliadxs en México y la segunda, conformada por sus hijos e hijas. Mientras autorxs como Tununa Mercado, Mempo Giardinelli, Noé Jitrik, Rolo Díez, etc., centraban su obra en temas como la inmediatez de la violencia vivida, la persecución, la tortura, la melancolía por la salida de su patria o en las dificultades de llegar al país de acogida; las generaciones más jóvenes, integradas por escritoras y escritores como Nicolás Cabral, Federico Bonasso, Inés Ulanovsky, Rolando Diez Laurini y, por supuesto, Ana Negri, entre otros, tienen una relación distinta con la experiencia exiliar, pues han vivido un proceso diferente de adaptación al entorno de acogida de sus padres. Es más, para muchos de ellos México ya no es la tierra de llegada, sino la tierra de partida al ser su primera patria, sin embargo, lo que los acompaña son los recuerdos transplantados de sus padres, mismos que, como en el caso de Los eufemismos, pueden llegar a ser un equipaje muy pesado. Una muestra de ello es la relación de Clara con su madre, ambas se encuentran en una tensión constante, siempre al borde del conflicto, pero atadas por un lazo invisible más fuerte que cualquier desacuerdo. Esto lo vemos cuando Elías, amigo de Clara, le pregunta por la relación con su madre:

–Ah, ¿sí? ¿Y cómo van?
–No sé. Está todo muy revuelto. Mi mamá está más insoportable que nunca o yo más intolerante, no sé, pero a la menor provocación, se suelta con una avalancha de temas escabrosísimos y la verdad es que yo estoy agotada.
–Pero es tu mamá. Fue duro lo que vivieron nuestros viejos.
–¡Ay, ya sé, Elías, me queda clarísimo! ¿Y a ti no te parece duro cargar con el peso de algo que ni siquiera viviste? (Negri 52).

       Estas tensiones entre Clara y su madre, entre las situaciones cotidianas y el lenguaje o entre la enfermedad y sus consecuencias nos llevan a pensar en un concepto muy provechoso para la novela, me refiero a la categoría de: frontera. La cual se encuentra presente de manera constante. Podemos decir que Clara está permanentemente navegando entre fronteras, y no me refiero a los límites políticos de una nación, sino, sobre todo, a fronteras simbólicas. Ya hemos mencionado una de ellas, la dialectal, pero encontramos algunas otras como las que se expresan en las dolencias que sufre Clara, asociadas a fuertes migrañas. No nos debe parecer extraño que la primera migraña en su vida aparezca cuando viaja sola, también por primera vez, para conocer a su familia en Argentina a la edad de diez años: “‘¡Chicos, llegó Clarita, la prima mexicana!’, anunció el abuelo y los juegos cesaron para mirar a ese espécimen tropical. ‘¿La prima mexicana?’” (Negri 47). Este episodio remarca un estatus deambulante entre fronteras, cualquiera que haya sufrido una migraña sabe a lo que me refiero, la sensación de estar en un lugar desconocido e inhabitable por el dolor de cabeza, la intolerancia a la luz y el ruido, la pérdida temporal de la visión, en cierta forma, es la somatización de esta experiencia de exilio para Clara, enviada sola a un país en el que es la “prima mexicana”, un eufemismo más para no decir la extraña, la exiliada, la otredad.

        Asimismo, el tiempo en la novela también nos hace pensar en el concepto de frontera, materializado en el reloj que le ha regalado su madre a Clara: un reloj sin horas marcadas que las transporta a un no-lugar, con unas manecillas que giran en círculos en medio de la nada, una especie de brújula sin puntos cardinales. En esa frontera inestable es en la que se encuentra la madre de Clara a medida que avanza su enfermedad mental, transitando entre un mundo ajeno sin anclas y otro que le exige cordura para no aislarla. Poco antes del inicio de los eufemismos, Clara encuentra a su madre sola en su casa, sin luz ni agua, temiendo que un comando armado la secuestre (ya no los militares de la dictadura, sino el narcotráfico mexicano o la policía mexicana disfrazada de narcotraficantes): “Un comando, Claru, desplegaron todo un comando para agarrarme. Me habían venido a buscar y no me vieron, porque yo me quedé acá luego de que vos te fuiste […] Yo tengo una historia que pesa. Tanto pesa que treinta años y pico después no me pueden dejar en paz” (Negri 102-103). Estos elementos nos muestran un entrecruce constante de fronteras simbólicas, mismo que desestabiliza el tiempo y el espacio de los personajes, ¿México o Argentina?, ¿dictadura o narcotráfico?, ¿enfermedad o salud?, ¿imaginación o realidad?, ¿eufemismo o crudeza?

        Sin duda, este libro de Ana Negri, escrito de una manera audaz y con personajes entrañables es una de las novelas, en torno a las temáticas exiliares, más notables del 2021 editadas en nuestro país. Actualiza y cuestiona el exilio desde un nuevo ángulo, planteándolo como una herencia que puede ser muy pesada, pero también proponiendo pensarlo desde los lazos afectivos que se tienden con la familia y el entorno que habitamos. Además, nos invita a reflexionar sobre el lenguaje y los discursos como territorios en disputa que moldean la “realidad”. Ahí es donde incide el papel de las letras y de novelas como Los eufemismos para cuestionarnos el significado de construcciones lingüísticas como “operación militar especial”, “Proceso de Reorganización Nacional” o “Guerra contra el narcotráfico”. Habrá que esperar pacientemente a que Ana Negri nos brinde otra ventana de reflexión como ésta, mientras tanto, disfrutemos de Los eufemismos.

Referencias:

Negri, Ana. Los eufemismos, Ciudad de México: Antílope, 2021.

Piglia, Ricardo. “Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)”, en La Biblioteca, no. 15, Primavera 2015, pp. 170-185.

Acerca del autor

Ulises Valderrama Abad

Egresado de las licenciaturas en Informática y Letras Hispánicas en la UNAM, estudió la maestría en Letras Latinoamericanas, también en la UNAM, con una tesis sobre las obras de Mempo Giardinelli escritas en México…

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