¿Cómo es posible observar esa evolución? El catálogo está ordenado por “Libros de autora por orden alfabético”, “Libros de autora por orden de edición”, “Antologías y libros colectivos por orden alfabético”, “Antologías y libros colectivos por año de edición”. El segundo apartado, por año de edición, nos permite observar que la primera cuentista publicada en 1910 fue Laura Méndez de Cuenca, en París; mientras que Dolores Bolio publicó en Nueva York en 1917. De 1910 a 1930 predominan las editoriales extranjeras, o ciudades extranjeras por lugar de publicación. Con la excepción de Cvltvra que, en 1923, publicó a Julia Nava de Ruisánchez, con su obra Mis cuentos. En la década de los 30 y 40 se observa de manera más constante a editoriales como Stylo y Costa-Amic. En los cincuenta ya aparece el Fondo de Cultura Económica, a pesar de que su fundación fue en 1934; la apuesta de ésta por una cuentista fue con Carmen Báez, La robapájaros, de 1957. En seguida, en 1958, publicó Tiene la noche un árbol de Guadalupe Dueñas.
Después se observan ediciones universitarias, o de institutos de cultura de los estados, por lo tanto, se puede decir que en la segunda mitad del siglo XX hay mayor interés desde este tipo de instituciones por el género del cuento. Y en el XXI, cuando comienza un auge de las editoriales independientes, se observa a Arlequín, Ficticia, Sexto piso, La tinta del Silencio, además de la presencia estatal de Fondo Editorial Tierra Adentro, entre muchas más. Las visiones panorámicas que dan las bibliografías generan muchas vetas de estudio: es posible dedicarse al tipo de editoriales que se van sumando a la lista, pero también a las editoriales que sólo son nombradas una sola vez o por un tiempo breve y que no se han estudiado tanto como el Fondo de Cultura. Por ejemplo, la editorial La máquina de escribir publicó en 1979 a Bárbara Jacobs y María Luisa Puga, ¿qué se sabe sobre la trayectoria de esta casa editora? Su historia particular debe dar muchas pistas sobre la cultura editorial mexicana.
En estas breves líneas me interesa mostrar la utilidad de la bibliografía, por ello, sin agotar el estudio de la anterior, paso a mencionar un caso más, ahora acotado al género de la minificción. Así como el cuento hecho por mujeres, la bibliografía de minificción también surge como un arma de visibilización. Aunque la narrativa hiperbreve, que no sobrepasa una cuartilla, se ha cultivado desde mucho tiempo atrás, a finales del siglo XX comienzan los estudios críticos al respecto. En el año 2012, la revista Cuento en red de la UAM Xochimilco, publicó su número 26 especializado en bibliografías de varios países: Argentina, Colombia, México, Perú y Venezuela se dieron a la tarea de enlistar las publicaciones de minificción, algunas de crítica sobre el género y otras sobre la creación.