La transmigración de los cuerpos

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El reino del Verbo o La transmigración de los cuerpos de Yuri Herrera

Palabra a palabra, la voz de Yuri Herrera se ha consolidado en el panorama literario contemporáneo. Con sólo dos novelas publicadas previamente, la aparición de La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013) enfrenta las altas expectativas generadas por las precedentes. Si bien Los trabajos de reino, ganadora del premio binacional de novela «Frontera de Palabras» en 2003 y publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro (2004), encaró el silencio de la crítica, su reedición por Periférica en 2008 generó una onda expansiva de lectores; su inclusión en el programa del examen francés de Agreggation1 del año en curso no sólo es signo de un reconocimiento internacional, también de alguna manera un coqueteo importante con la formación constante de un nuevo canon latinoamericano. En cambio Señales que precederán al fin del mundo (Periférica, 2009) ratificó no sólo un estilo que se anunciaba fulgurante y de una prosa «dura, escueta, certera», a decir de Elena Poniatowska 2, también confirmó un abordaje complejo y oblicuo de la realidad nacional. Si Trabajos del reino describía la entropía de la estructura del poder del narcotráfico al insertar la historia en su seno, Señales que precederán al fin del mundo narraba de soslayo las perturbaciones sociales de una migración sostenida.

La transmigración de los cuerpos, tercera novela de Herrera, da continuidad a un ejercicio literario. Encontramos de nueva cuenta una historia sucinta, el proceso de negociación de un intercambio de muertos entre dos familias enemistadas en el contexto de un estado de emergencia, una epidemia. La narración está focalizada en Alfaqueque, el personaje encargado de dichas negociaciones, y a quien seguimos en la serie de peripecias que experimenta tanto para restituir a cada familia el cuerpo inerme que le corresponde, como en una serie de problemas derivados de una aventura amorosa. Cinco capítulos en 135 páginas que inician con un despertar con resaca y que finalizan con la disolución de la emergencia en los que el lector podrá reencontrarse con la prosa de filigrana, los atrayentes personajes, la particular configuración de los espacios y la densidad de las atmósferas que caracterizan a Herrera.

Sus novelas ofrecen la posibilidad de una lectura de diversos niveles; por un lado podemos evocar una serie de sucesos del acontecer cercano; por otro, abstraer la situación narrativa de su referente inmediato y rastrear la recurrencia de sus dinámicas en la Historia; finalmente, acceder a una dimensión profunda de la narración en la que se revela una presencia simbólica, mítica o alegórica. El título de alguna manera condensa esas diferentes lecturas que encontraremos. Si bien la transmigración es el pasaje propio de las almas de un cuerpo a otro conforme a los merecimientos alcanzados en la última existencia según la metempsicosis, la novela subvierte el carácter religioso de dicho peregrinaje para tematizar y resarcir la trascendencia humana del periplo y los merecimientos propios de un cuerpo exánime.

De la transmigración y de los cuerpos

Los jerarcas de dos familias encuentran por azar la excusa perfecta para ensañarse en una añeja disputa y toman como rehén el hijo muerto del otro. Romeo Fonseca se desvanece al salir de un table dance y es auxiliado por dos hermanos, los Castro; la Muñe Castro vaga sin rumbo en el delirio de la fiebre cuando es levantada por la Ingorbernable Fonseca. Cada familia termina con el hijo muerto del otro sin saber que el propio también lo está. Alfaqueque es el mediador que hace posible el intercambio de cuerpos; sus negociaciones entre ambas familias y su pesquisa por entender el altercado que une con tanta saña a las familias son el eje narrativo de la novela.

El empleo de los nombres se vuelve muy sugestivo en la trama no sólo porque produce evocaciones literarias o históricas que refuerzan en rol de los personajes, también encarnan la interpretación de dichas figuras. El guiño hacia el referente por antonomasia de las disputas atávicas entre dos familias aparece con Romeo; si todo romance es imposible es porque lo que le interesa a Herrera al evocar de la obra de Shakespeare no es el drama amoroso sino la tragedia a la que conduce la venganza, la violencia absurda, la atrofia de lo humano. El padre de Romeo, el Delfín, gana su apodo a partir de su peculiar respiración, pues tiene perforada la nariz a pericazos y sólo cuenta con un pulmón; el nombre se redimensiona por la constante pugna con el que descubrimos hacia el final que es su hermano, el jerarca de los Castro, por lo que el apodo encierra algo de título nobiliario de un reino acotado. El Menonita, la Ingobernable, la Tres Veces Rubia, la Muñe y el Ñandertal, por el contrario, son más descriptivos.

Mención aparte merece Alfaqueque, pues su nombre no sólo remite a su función como «Hombre que, en virtud de nombramiento de autoridad competente, desempeñaba el oficio de redimir cautivos o libertar esclavos y prisioneros de guerra»3, rol que es fácilmente constatable en la trama, sino por la complejidad que el sustrato histórico le aporta. Los alfaqueques, según se consigna en las tres leyes del título trigésimo de la segunda partida de Las Siete Partidas de Alfonso X El Sabio4, eran los encargados de liberar cautivos ―aquellos en posesión de hombres de otras creencias, los moros―. Estos eran cuidadosamente escogidos, pues debía tener las habilidades necesarias para llevar a buen término su compleja tarea: hablar con verdad, no ser codiciosos, ni tener enemistades, conocer la lengua de aquellos con quienes negocian, ser perseverantes y poseer algo propio. En efecto, en Alfaqueque destaca la habilidad de hablar con los otros ―de disuadirlos al «Ser humilde y dejar que el otro pensara que las palabras que decía eran las suyas propias» (50)― y conducirse con verdad.

Al igual que Lobo y Makina, Alfaqueque tiene una dimensión ética importante. No sólo porque su conciencia se personifica en la imagen de un perro negro, también por un profundo respeto a la muerte y a la vida. El lector que ha seguido las novelas de Herrera podrá identificar, como con Lobo de Trabajos del reino, en Alfaqueque otro alter ego tanto por la dimensión ética como por la concepción del arte y la  palabra. La presencia del perro negro como un «núcleo oscuro que le permitía hacer cosas o dejar de sentir cosas, era algo físico, tan real como un güeso [sic] del que uno se hace consciente hasta que está a punto de reventarle la piel» (108) es una especie de aviso de trasgresión ética, no exclusivamente de sus actos, también de lo que ve hacer a los demás a su alrededor. En la novela aparece comúnmente cuando las circunstancias apuntan hacia una amenaza de muerte, que en la novela es constante por la epidemia de telón de fondo y por la negociación que debe hacer Alfaqueque.

La configuración de la novela y los comentarios de diversos personajes hacen posible identificar una de las hipótesis que subyacen en la novela, el cambio de percepción de la muerte y costumbre mortuorias. Alfaqueque parece estar en continua disputa con la falta de respeto y la desacralización de la muerte, tiene resentimiento hacia un par de chamacos que tomaban fotos impertinentes a los muertos en una funeraria, no permite que el Delfín mancille el cuerpo de la Muñe para vengarse, etc. En el centro del pleito mismo entre los Castro y los Fonseca está la disputa de un muerto, el del padre de ambos; la propiedad o manipulación del cuerpo inerte para el juego de poder se visibiliza. Contrastan así Delfín y Alfaqueque, el primero grita «Romeo es mi hijo y si quiero me lo trago» (98) y le voltea los calzones a la Muñe; el segundo le platica y consuela a la Muñe para que no se sienta solita, y la trata como algo delicado. Por ello, tras el intercambio de los difuntos Alfaqueque se lamenta y se pregunta: «¿Quién va a enterrar a esa muchacha? […] Porque no van a ser ellos, los que tanto han llorado y tanto han amenazado, lo que van a cavar su tumba. ¿Cuándo dejamos de enterrar con nuestras propias manos a lo que amamos?» (130). La transmigración de los cuerpos en este sentido es, como la caracteriza Alfaqueque, una «historia de muertos solitarios, nomás pedazos de mentiras, macizas mentiras pero mentiras al fin.» (99).

Las cosas abandonadas a sí mismas

Si el conflicto cuestiona el trato a los muertos, el telón de fondo de la novela problematiza los efectos de la economía de la muerte en la vida social; la narración inicia con el contexto de una epidemia que tiene recluidos a todos los habitantes de la ciudad desde hace más de cuatro días. La vida de la ciudad se había alterado completamente para instaurar el aislamiento, un régimen de sospecha y la disolución del contrato social. Cuando Alfaqueque señala que «Era aterradora la facilidad con que todo el mundo había aceptado quedarse en casa» (82) enfatiza el poder que implica la administración del miedo y de la muerte en la vida social, en el vivir.

El referente inmediato que la novela evoca es la epidemia de la influenza porcina (H1N1) que paralizó a la Ciudad de México y otras ciudades durante algunos días en abril y mayo de 2009. Al anuncio del entonces presidente, Felipe Calderón, de una alerta sanitaria nacional la noche del 24 de abril en cadena nacional siguió el cierre de todo sitio en el que pudieran congregarse multitudes; la imposición de ciertos comportamientos cotidianos, y la reclusión de gran parte de la población  ―particularmente en el D.F.― en sus hogares. Sin embargo, la epidemia de La transmigración busca ser la representación de una situación sin particularizarla; aunque muchas situaciones son rastreables en la memoria colectiva reciente, la configuración global de la novela hace pensar la atmósfera dominante y la historia buscan ser un contrapunto, esto es, mientras el conflicto gira en torno a los cuerpos inermes, la vida social que aparece en el trasfondo lo hace alrededor del temor de la muerte.

Así, Herrera parece utilizar en sus novelas la misma estrategia que Slavoj Žižek en Violence: Six Sideways Reflexions5, un análisis desde una mirada oblicua. La transmigración de los cuerpos es un lúcido acercamiento a la economía, simbólica y social, de la muerte. Si las novelas Yuri logran narrar de manera limpia y certera la violencia, la migración o la muerte es precisamente porque no describen, ponen en trama.

El reino del Verbo

La habilidad de Alfaqueque para intermediación es resultado de su destreza con la palabra; sabe cómo escuchar y hablar a los otros, entiende la lengua de aquellos con los que negocia, al igual que los alfaqueques de Alfonso X El Sabio. Esta habilidad rige su vida, tanto para el amor como para su oficio; en el amor, sabía «que lo suyo era navegar con bandera de pendejo y luego sacar la labia. Verbo y verga, verbo y verga, qué no.» (21); y en su oficio, sabía que toda la gente «es como estrellas muertas: lo que nos llega de ellas es muy distinto de la cosa» (59) y que «Muchas veces la gente estaba esperando que alguien viniera […] a ofrecerle una manera de salirse de la pelea; y para eso servía ajustar el verbo. El verbo es ergonómico» (49).

La palabra para Alfaqueque entonces es una herramienta para el entendimiento, pero también de poder, por eso los demás personajes recurren a él, aunque lo vean solo como instrumento. Las palabras en Alfaqueque son instrumentos de negociación, de entendimiento, de seducción, de juego, pero también están ancladas fuertemente a la costumbre: «en el reino del Verbo todos los hombres eran Jefes y todas las mujeres eran Damitas» (61). El uso social del Verbo transforma y revela el trabajo del novelista; la instrumentalización de la palabra en Alfaqueque tiene un eco en el uso estético de cada vocablo en Herrera: Alfaqueque está habituado a «damitear» y la gente en esa ciudad está a «las buenas formas, buenosdiar y comolevar y primerodiosar y muyamabiliar todo el día, para ponerse a distancia» (100).

El lenguaje mismo de la novela es otro de los protagonistas, no sólo por la reelaboración literaria del habla, también por el extrañamiento constante en la forma de describir y narrar el mundo ficcional. Encontramos, pues, que lo narrado y la narración confluyen en una búsqueda del lenguaje. Descripciones como «una sed lépera», «gatos recorriendo los pretiles de la cuadra» o «aire insumiso de olores» se mezclan con el registro oral, «güevos», «bisnero», «hijuelachingada», «mamasear», etc. El lenguaje se expone maleable. Las novelas de Herrera en ese sentido son ese reino del Verbo del que habla Alfaqueque.

Como se afirma al inicio de este texto, La transmigración de los cuerpos enfrenta las altas expectativas de las dos, a decir de Edmundo Paz Soldán6, «novelas perfectas» anteriores. Los lectores encontrarán en esta última entrega una continuidad en la densidad de personajes e historia, en la riqueza del trabajo con el lenguaje. Si algo hay que reprocharle a Herrera en esta novela no es que «se le haya ido la mano», es la armonía plena del ritmo entre historia y lenguaje, no su falta de equilibrio―como también dice Paz Soldán―. La novela no llega aún a muchos lectores mexicanos, pues su publicación en España y la todavía lenta distribución de las novedades editoriales españolas han retrasado su lectura; serán los ya muchos ansiosos lectores herrerarianos los que determinen si La transmigración de los cuerpos es otra novela perfecta, la consolidación del reino del Verbo de Yuri Herrera.

Acerca del autor

Ivonne Sánchez Becerril

Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Doctora y maestra en Letras por la UNAM. Licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la UABC…

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Notas al pie:

  1. Examen nacional para ejercer la docencia universitaria en Francia.
  2. Poniatowska, Elena, “Trabajos del Reino, libro del escritor Yuri Herrera”, La Jornada, 5 diciembre 2004 [versión electrónica], [https://goo.gl/84c3Ec]
  3. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua [en línea][https://goo.gl/FiQeit]
  4. Real Academia de la Historia (eds.). Las Siete Partidas de Don Alfonso X El Sabio. Tomo II. Partida Segunda y Tercera. Madrid: Imprenta Real, 1807, p. 336-339 [Edición facsimilar digitalizada], [https://goo.gl/Am5PYM ]
  5. Žižek, Slavoj. Violence. Six Sideways Reflexions. London: Profile Books, 2008 [Sobre la violencia: seis reflexiones marginales. Buenos Aires: Paidós, 2009]
  6. Paz Soldán, Edmundo. “Los reinos de Yuri Herrera” en [https://goo.gl/LxRDOq