El campo de los estudios literarios no es ajeno a esta voluntad de organizar, en cada época el vasto y complejo corpus de lo que se entiende por literatura se ha clasificado atendiendo a múltiples criterios, como los temporales, espaciales o idiomáticos, no obstante ninguno de ellos es enteramente satisfactorio. Sin embargo, hay una perspectiva que ha demostrado su viabilidad a lo largo de los siglos, aunque esto no la exime de cuestionamientos; los tan discutidos géneros literario, defendidos como inamovibles en algunos momentos o tachados de inexistentes en otros, son postulados como categorías netamente literarias y forman parte de las nociones mínimas usuales de la mayor parte de quienes han tenido acceso a cierto nivel de instrucción. El género literario es la coordenada básica que guía a los lectores por las veredas de la literatura, si bien es cierto que no siempre podemos realizar con claridad un deslinde genérico, la mayoría de las veces veremos confirmadas nuestras expectativas de género al elegir una novela, un poemario, un volumen de ensayos, etcétera.
La teoría de los géneros literarios o genología tiene un origen identificable y al mismo tiempo difuso, durante mucho tiempo se afirmó que las primeras clasificaciones genéricas en occidente fueron realizadas por Platón, en La República, y por Aristóteles, en la Poética, pero estudiosos como Gérard Genette y Claudio Guillén han demostrado, desde perspectivas distintas, que ambos filósofos no teorizaron los géneros literarios, sino las “maneras de imitar” con base en la “situación de enunciación”. La genología contemporánea encuentra sus raíces en las “formas naturales de la literatura” establecidas por Goethe, quien supuso que lo lírico, lo épico y lo dramático eran las vías naturales de expresión humana. Posteriormente, las maneras de imitar se mezclaron y confundieron con las formas naturales, dando lugar a la perspectiva más extendida de la actualidad, que en ocasiones añade a las tres formas-modos naturales el discurso deliberativo en la forma del ensayo.
Toda clasificación genérica en cierta medida está predeterminada por la noción de literatura de la que parte, por esta razón no es extraño que a lo largo de varios siglos los géneros literarios hayan sido vistos como ajenos a otras prácticas de lenguaje concebidas como extraliterarias. Fue hasta mediados del siglo XX que los trabajos de Mijaíl Bajtín llamaron la atención sobre la relación existente entre el lenguaje literario y las manifestaciones verbales cotidianas, señalando que no hay una oposición esencial entre ambos conjuntos, sino una serie de préstamos e intercambios indispensables para comprender que las transformaciones de la literatura se deben tanto a movimientos internos como a cambios externos. Bajtín inscribe los géneros literarios dentro de un marco mucho más amplio al que denomina géneros discursivos secundarios, caracterizados por su mayor elaboración verbal y por la pérdida de inmediatez en relación con su contexto de enunciación, además de que se constituyen a partir de géneros discursivo primarios, principalmente orales y centrados en el intercambio verbal inmediato.