Portada Hablar solos

Imprimir Entrada

La muerte a tres voces

ANDRÉS NEUMAN. Hablar solos. México: Alfaguara, 2012, 179, p.

Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) es uno de los escritores más destacados de la literatura contemporánea. En el año 2010 fue seleccionado por la revista británica Granta entre los 22 mejores narradores jóvenes en español, junto con el peruano Santiago Roncagliolo, el chileno Alejandro Zambra y el mexicano Antonio Ortuño.1

Ha incursionado en prácticamente todos los géneros: novela, cuento, ensayo y poesía. El reconocimiento internacional llegó con su novela El viajero del siglo (2009), la cual fue merecedora del premio Alfaguara, del premio de la Crítica de la Narrativa Castellana y fue finalista del premio Rómulo Gallegos; además, fue elegida entre las 5 mejores novelas del año por el periódico El país y su traducción al inglés fue seleccionada entre los mejores libros por The Independent y The Guardian.

Desde sus primeras obras, Neuman recibió buenos comentarios tanto de críticos como de escritores, entre los que destaca Roberto Bolaño, quien, en su libro de ensayos Entre paréntesis, afirma que es un autor tocado por la gracia:

Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos, la que osa adentrarse en la oscuridad con los ojos abiertos y que mantiene los ojos abiertos pase lo que pase […] La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos hermanos de sangre.2

Después del éxito que representó en su carrera El viajero del siglo, Neuman regresó a la novela con Hablar solos en 2012.

Andres Neuman. Lisbeth Salas

La obra se compone de tres voces: la voz oral de Mario, el padre, la voz escrita de la madre, Elena, y la voz de los pensamientos de Lito, el hijo de 10 años. La historia se desarrolla a partir del momento en el que Mario es diagnosticado con una enfermedad terminal y decide emprender un viaje en carretera con su hijo para fabricarle un último recuerdo que él considera imprescindible.

Cada uno de los personajes habla desde momentos concretos: Mario desde la certeza de la muerte, Lito desde el viaje con su padre y Elena desde la enfermedad y muerte de su esposo. Este personaje es muy complejo, como madre y esposa espera preocupada el regreso de su familia, pero mientras eso pasa, decide explorar sus posibilidades sexuales y corporales, en suma, decide dejarse llevar por el placer.

Además del sexo, Elena se desahoga a través de la literatura, es una lectora compulsiva, gran parte de su tiempo lo dedica a buscar referencias literarias sobre la enfermedad para intentar encontrar cierta paz: “Mis nervios se calman con la lectura. Falso. No se calman: cambian de dirección” (p. 24).

Por la novela desfilan nombres como Javier Marías, Roberto Bolaño, John Banville, Margaret Atwood, Helen Garner, Mario Levrero, Richard Ford, Virginia Woolf, Flannery O’Connor, Mallarmé y César Aira, entre otros, porque, para Elena, los libros de estos escritores son como analgésicos, como vacunas.

Por su parte, Mario nunca le dice Lito que está enfermo y se atormenta en silencio por esa mentira, pero sobre todo le angustia sentirse perseguido por el tiempo: “ya habrá tiempo decíamos, creíamos que sobraba y de repente, o no tan de repente, ya no había” (p. 38). También reflexiona sobre la compasión de la que es objeto y la tristeza de sentirse como un sentenciado. Piensa continuamente en cómo será su hijo cuando crezca, le preocupa aquello que no va a poder ver, para él: “el futuro es inconcebible. Ni siquiera puede conjeturarlo. El futuro. No su predicción, sino su simple posibilidad. Es decir, su genuina libertad. Esto es lo que la enfermedad mata antes de matar al enfermo” (p. 95).

De esta forma, Mario representa a tanatos, la muerte sin violencia, y Elena a eros, preocupada por satisfacer los instintos sexuales más lascivos y, en medio de esta compleja relación, la voz de Lito, con su ingenuidad, inocencia y sentido del humor, constituye un verdadero respiro.

Portada Hablar solos

El gran tema de la novela es la muerte, cómo aceptarla cuando es inminente su llegada, cómo deshace los planes de una familia, cómo cambia el curso de tres personajes que no saben qué actitud tomar frente a ella.

Además de la muerte, encontramos profundas reflexiones sobre la enfermedad y su impacto en los cuerpos, la forma en la que se descomponen y se debilitan hasta volverse otros, casi irreconocibles, incluso indeseables, aunque se amen.

Sin embargo, Hablar solos no sólo es una novela sobre la enfermedad, sino sobre quienes cuidan a los enfermos. Se sabe que los cuidadores de pacientes terminales llevan a cabo una tarea titánica y profundamente generosa, dejando de lado su propia vida para hacer soportables los últimos días de quienes están a su cargo, pero ¿qué pasa si junto a esta abnegación sienten también repugnancia, cansancio y hartazgo? Esto sería apenas humano, por eso el lector comprende la situación de Elena y siente empatía cuando afirma que: “los derechos del enfermo están fuera de duda. De los derechos de quien lo cuida nadie habla. Nos enfermamos con la enfermedad del otro” (p. 21).

En esta despedida definitiva, la única que no contempla vuelta atrás, lo que más asusta es el olvido, no recordar al que se va, su cara y su cuerpo, pero también olvidar la alegría, no creer que vuelva y temer que, si lo hace, no pueda reconocerse.

Así, la novela se mueve sobre el dolor y el duelo y la manera en la que pueden enfrentarse, porque, como señala Elena: “Nadie te enseña esas cosas. A enfermar, a cuidar, a desahuciar, a despedir, a velar, a enterrar, a cremar. Me pregunto qué mierda nos enseñan” (p. 127).

Esta es una obra llena de contrastes, recorre varios caminos, es emotiva, dulce y tierna y, a la vez, perturbadora, descarnada y cruda. Cuando se termina de leer Hablar solos queda la certeza de haber leído una excelente novela, cuyas principales cualidades son el rigor, la concisión y la contundencia para abordar una historia en apariencia sencilla, pero profundamente conmovedora, en donde destaca de manera notable la construcción de los tres personajes principales.

Acerca del autor

Brenda Morales Muñoz

Licenciada, maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos (área de literatura) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó…

Compartir en redes

Notas al pie:

  1. Granta, n. II, 2010, disponible en: https://goo.gl/My29Ms
  2. Bolaño, Roberto, Entre paréntesis, Barcelona, Anagrama, 2004, p. 149.