Antonio Ortuño. La fila india. México: Océano/conaculta, 2013, 228 pp.
Antonio Ortuño. La fila india. México: Océano/conaculta, 2013, 228 pp.
Cuarta novela de Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), La fila india nos ofrece un agudo vislumbre del complejo drama de los migrantes centroamericanos en México. Irma, la Negra, llega con su hija a Santa Rita, una pequeña ciudad cercana a la frontera sur del país, a apoyar a la Comisión Nacional de Migración (Conami) local en su más reciente tragedia, el incendio de uno de sus albergues. La novela está integrada por capítulos en su mayoría breves en los que podemos percibir diversas voces y distintas perspectivas. De la voz de un narrador omnisciente pasamos a la primera persona, de la lectura de comunicados de prensa o correos electrónicos pasamos al flujo de consciencia, de tal forma que el tempo del relato es ágil. Ortuño logra problematizar el fenómeno tanto desde lo público como lo privado. Si Santa Rita de alguna manera refleja las lógicas de corrupción y su estado vital a partir de la repetida abertura de sus calles, de ser eviscerada continuamente, el maltrato y explotación de los migrantes sucede tanto como un negocio entre diversas mafias como en el espacio de una casa.
El lector va descubriendo la violencia de Santa Rita en una escalada. El homicidio de Gloria ―una trabajadora de la Conami―, el incendio del albergue, el descubrimiento de las fosas, el irrumpimiento de un comando para asesinar a los migrantes del albergue, el asesinato de un periodista… Pero también, puesto que Ortuño ubica en el centro del relato la empatía entre la ingenua psicóloga Irma que trabaja en la Conami y Yein, una sobreviviente del incendio, este in crescendo contrasta con el establecimiento de alianzas cómplices entre ambas mujeres y un periodista, así como con el descubrimiento gradual de la lógica imperante en Santa Rita. Mucho se ha hablado del empeño de Ortuño en los personajes femeninos, pues el escritor ha declarado que eran estratégicos para lograr el tono de la novela, y notas periodísticas sobre el libro han alabado la construcción de Irma y Yein. En efecto, los personajes femeninos son los que poseen una mayor integridad y una fuerza insospechada. Sin embargo, el personaje de Irma es por momentos predecible, pues reproduce el cliché de la mujer enceguecida por el enamoramiento, aun cuando para el lector son muy claros los indicios del involucramiento de su amante en la trata de migrantes.
El licenciado Vidal Aguirre Glendale, el encargado del departamento de prensa, difusión y vinculación de la Conami en Santa Rita, se convierte, pronto en la novela, en amante de Irma. La figura de este hombre se presenta como enigmática en las primeras páginas, ya que parece haber caído en desgracia de la vida política de la capital; sin embargo hacia el final de la novela descubrimos que su ubicación en Santa Rita es estratégica para el negocio familiar de sus suegros. La otra figura masculina en la vida de Irma es el padre de su hija. Éste es un maestro de preparatoria que vive cerca de las vías del tren en otra ciudad. Un hombre solo que desprecia a los migrantes que llegan a tocar a su puerta. Quizá el personaje que llegamos a conocer más, pues lo vemos despotricar contra los migrantes, su ex pareja o sus alumnos; lo percibimos en una soledad desgarrante; lo observamos convertirse en un ser mezquino, para después verlo enfrentarse a su miseria como ser humano.
El título del libro es una síntesis del planteamiento profundo de la novela sobre la lógica y dinámica del fenómeno. La fila india describe cómo caminan los funcionarios en la Conami. La fila india devela jerarquías dentro de la burocracia y el sistema político, pero también deja entrever la penetración de la connivencia de la sociedad en dicha situación. La serie de comunicados de prensa de la Conami y la demanda de notas al periodista Joel Luna descubren el cínico funcionamiento de la información; el comportamiento de la ex pareja de Irma pone en relieve la raigambre de comportamientos discriminantes en la mayoría de la población hacia los migrantes, y el final de la novela confirma toda sospecha sobre el funcionamiento del sistema. “Quién castigaría una simple muerte en medio de una masacre”, se cuestiona en las primeras páginas de La fila india, pero ésta es una pregunta que se convierte en una constante implícita: a quién le importa la muerte de los migrantes cuando tantos mexicanos también mueren. Al final del relato la respuesta que ofrecen las instituciones parece expresarse de manera velada: “Nuestro trabajo es lamentarlo”.
El viaje hacia el sur de Irma y su hija que inaugura la novela se hace en sentido contrario al final de La fila india, vuelan ahora ambas hacia el norte. La pregunta que le hacen se repite, “¿Su viaje es de placer?”; la respuesta es la misma tanto para Irma como para Yein o para cualquiera de los protagonistas (también casi anónimos y sin voz) indirectos de la novela: NO.
Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Doctora y maestra en Letras por la UNAM. Licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la UABC…
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