Portada. Fotografía tomada de internet.

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La realidad bajo sospecha

Carlos Yushimito. Los bosques tienen sus propias puertas. Madrid: Demipage, 2014, 264 p.1

Mostrar lo extraordinario tras la máscara de lo cotidiano y poner en duda la realidad son los elementos en común de los cuentos que conforman Los bosques tienen sus propias puertas, sexto libro del escritor peruano Carlos Yushimito (Lima, 1977).

Los seis relatos compilados en este volumen se desarrollan en un mundo aparentemente normal pero tienen un trasfondo fuera de lo común, algunos incluso fantástico. Todos desarrollan tramas en principio banales pero el autor logra introducir paulatinamente pequeños detalles que llevan ese mundo ordinario a otro nivel, lo que da pie a una profunda reflexión sobre el ser humano y la realidad a la que se enfrenta.

Los escenarios son variados (Brasil, Inglaterra, Estados Unidos, Perú) y se caracterizan por la ausencia de referentes temporales, sociales o políticos. A Yushimito no le interesa ubicar sus historias en tiempos y geografías identificables porque está más preocupado por las atmósferas.

El cuento que abre el libro, “Flechado por Tocantins”, se adentra en el mundo de las telenovelas brasileñas, en donde predominan los celos, las rivalidades, la competencia entre actrices y la importancia de la belleza. En un tono policial se narra la extraña relación entablada entre un admirador/acosador que envía cartas anónimas a una de las protagonistas y que termina en un par de crímenes. Los planos de la narración se confunden y los personajes cambian totalmente. Se entrelazan las historias de los actores con el libreto de la telenovela y los límites entre la realidad y la ficción se diluyen gradualmente.

Portada. Fotografía tomada de internet.

En los dos siguientes relatos hay poca acción y los hechos son apenas insinuados. En “Los climas extraños” un día, de pronto, el protagonista nota pequeños cambios en su rostro, detalles apenas imperceptibles, primero en la nariz, luego en la barba y los ojos, hasta que no se reconoce, se encuentra con un extraño frente al espejo. Sólo él puede ver estos cambios, que califica de sobre naturales, experimenta la angustia de no sentirse él mismo, como si su cuerpo no le perteneciera. Por su parte, “75, calle Prince Edward”, narra la historia de un hombre que conduce de Londres a Babbacombe. No sabemos el motivo del viaje, sólo menciona que espera encontrarse con un hombre al que nunca ve. Todo el tono del relato es misterioso, al final se siguiere que se trata de un asesino serial de vida anodina.

“Rizoma” es el cuento mejor logrado de este volumen, tanto por la historia, como por los elementos narrativos utilizados. Comienza con un epígrafe de Xavier Abril, extraído de El autómata, novela corta que el surrealista peruano escribió entre 1929 y 1930. En esa novela sólo aparecen dos personajes: Sergio, que está encerrado en un manicomio, y su padre alcohólico. Ambos están en el umbral entre la vida y la muerte, en una situación desesperada, de locura, de confusión y de agonía. Y justo esa es la atmósfera que prevalece en el relato de Yushimito.

El personaje principal es un crítico gastronómico, Gumersindo Mallea, quien escribe para una revista gourmet. Su trabajo es reseñar restaurantes de alta cocina, lo que le permite burlarse con desparpajo de los chefs que pregonan que son los creadores de diferentes tipos de cocinas vanguardistas cuyos nombres van desde “de autor”, “posmoderna”, “sinestésica”, “molecular” o “deconstruida” hasta “tecno-emocional”, tecno-gastro-pop” o “pos-gastronomía”. Mallea no deja pasar ninguna oportunidad para señalar los excesos de esta nueva moda elitista que se impone con precios altísimos y se dirige a un sector muy restringido.

En este afán de innovar en la gastronomía, un chef se vanagloria de haber conseguido alterar algunos sabores mediante un proceso de inmersión termal, lo cual implicaba la modificación y manipulación de la estructura de los ingredientes como nunca antes se había hecho.

Lo que parecía ser un mero experimento con los alimentos desencadena una tragedia de proporciones inimaginables. Comenzó con la noticia de que una mujer le había arrancado la nariz a un mesero en un restaurante de San Isidro. Con este episodio comienzan las mordeduras. De manera vertiginosa aparecen más y más casos de personas que muerden a   otras, víctimas y enfermos son llevados a hospitales, se disparan las alertas sanitarias para aislar a los infectados, pero nada impide que la ciudad se pueble de cinocéfalos2. Con esto llegan las acciones internacionales, se declara el estado de emergencia, se cierran las fronteras y la Organización Mundial de la Salud impone una cuarentena.

Toda la comida era ahora una mezcla química, casi mágica, y tanto forzarla había conducido a esta situación. Con un sólo mordisco se transmitía la extraña enfermedad y la ramificaba. Al tratarse de un virus rizomático, no estructurado, se hacía imposible su aislamiento.

Lima se llena de cinocéfalos buscando víctimas, reproduciéndose sin control. Los sobrevivientes se desenvuelven, llenos de miedo y desesperación, en un ambiente de apocalipsis zombi. El mayor temor no es a la muerte, sino al contagio, a convertirse en uno de ellos, más bestias que humanos. La epidemia es irreversible, escapar parece imposible cuando los servicios de transporte aéreo y terrestre están suspendidos, la única opción es quedarse y sobrevivir “los más fuertes comen, los más débiles son comidos” (Yushimito, p. 138) anunciaba ya un chef al inicio del cuento.

Cinocéfalo. Imagen tomada de internet.

“En que da cuenta Lázaro de la amistad que tuvo con un ciego traficante de historias y de los infortunios que con él pasó” comparte con “Rizoma” un ambiente apocalíptico, está situado en un lugar y un tiempo en el que el agua es la moneda corriente y las historias están prohibidas. Un ciego se dedica a venderlas en el mercado negro. Los clientes pagan por ellas y las reciben en forma de ampolletas que les son inyectadas en la nuca. El precio es variable, las historias más caras son para los exigentes, que piden a Felisberto Hernández, y otras más accesibles son para el público flexible que solicita a Mario Benedetti.

En el cuento que da título al libro, dos amigas, Zoe y Laura, juegan a Thelma y Louise mientras conducen una camioneta por las carreteras de Pennsylvania escuchando Wicked Anabella, de The Kinks. Al igual que en “Flechado por Tocantins”, también se aborda la rivalidad entre ellas, aunque el foco de la narración es Zoe, quien es inestable e insegura. Desea un cambio en su vida rutinaria, el primer paso para lograrlo sería dejar su pueblo pero no se atreve. Cuando finalmente lo hace, se queda en una especie de limbo, escoge una vida que sólo la estanca más, una enorme sensación de desencanto la envuelve porque deja atrás lo que no quiere ser para convertirse en algo que tampoco quiere ser. Su único deseo es que los bosques que rodeaban su casa tuvieran puentes que la llevaran a otro lugar, lejos de todos.

Los seis textos tienen una puerta de entrada a otra realidad, cuentan con pequeños detonantes que sutilmente mezclan universos reales y fantásticos. Mediante atmósferas extrañas, giros y finales desconcertantes el autor logra mantener el suspenso. Además, deja la sensación de que aunque los cuentos acaban, los personajes siguen su camino. Yushimito logra que cada historia ponga en duda la realidad, planteando que tal vez no sea como nosotros la pensamos.

Acerca del autor

Brenda Morales Muñoz

Licenciada, maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos (área de literatura) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó…

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Notas al pie:

  1. Publicado por primera vez en Lima por la editorial Peisa en 2013.
  2. Los cinocéfalos son seres mitológicos con cuerpo humano y cabeza de perro. Aparecen en diferentes culturas como la griega y la hindú. En la egipcia existe un cinocéfalo que es un dios funerario, Anubis, encargado de guiar a los muertos y en la cristiandad medieval, San Cristóbal, un mártir del siglo III, fue canonizado siendo un cinocéfalo.