Estos elementos secundarios tienen una relación que pueden ser tanto de contradicción como de complementariedad, como de comprensión, como de análisis, etc., toda la variedad hermenéutica que pueda llevar al campo de estudio un libro que en el fondo lo que se propone hacer es lo que hace toda crítica, que es explicar e intentar entender su objeto de estudio.
Más allá de las analogías formales, más allá de las coincidencias de composición en un caso y en otro, es también necesario reflexionar sobre el hecho de qué es lo que representa cada una de las dos obras, y esta reflexión podría comenzar desde el plano de los contenidos específicos en el caso de la obra de María Negroni, y la forma de composición en las cajas Cornell. Por ejemplo, María Negroni aísla un fotograma que pertenece a una película de Joseph Cornell y, teniendo en cuenta que el fotograma es una unidad temporal y por lo tanto solo puede entenderse en relación con un resto de fotogramas suprimidos antes y después, lo que hace es aislar un momento concreto para fijarse en una imagen específica; sin embargo, no hay que perder de vista que, por implicación, están presentes el resto de los fotogramas suprimidos. Quizá no resulta demasiado claro, pero esta selección es algo que alude directamente a la temporalidad. Más aún, alude a la dialéctica del momento y el tiempo.
El fotograma ya es un momento aislado y ofrecido a los ojos del espectador. Pero es, además, un fotograma semánticamente saturado, saturado del sentido que ofrece la figura de Lady Godiva, ya que ella es un cuerpo humano que es expuesto en público para ser visto y no visto. Es decir, visto, aunque un pueblo entero decide que no quiere verlo, se convierte de este modo en una negación de la vista. Lady Godiva y la pequeña Godiva tanto de la película como del libro, son ejemplos concretos de lo que no se debe ver o lo que no se ve. En el caso de las cajas de Cornell se aprecia algo que no es exactamente igual, pero en las que también se halla una sugerencia en ese sentido, hay una percepción de que esas cajas son unas cajas construidas para mirar en su interior, tienen una cara de cristal que permite al espectador apreciar su contenido. Sin embargo, dicho contenido no es, realmente, lo que uno esperaría ver en una caja de esta naturaleza y, por tanto, también es una caja en la que lo que se ve se halla en contradicción con lo que se debería ver, o lo que se supone que debería haber en una caja de estas.