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Los carceleros no hablan nuestro idioma

JUAN CÁRDENAS. Tú y yo, una novelita rusa. Bogotá: Cajón de sastre, 2016.

Al reflexionar sobre la obra de Juan Cárdenas Tú y yo, una novelita rusa se impone la conveniencia de decidir cuál es el interés que justifica un texto que se presenta con unas características formales precisas y tal vez equívocas. Entre las características formales puede mencionarse, por ejemplo, que el texto solo se imprime en página impar y que las páginas del libro están sin numerar. Lo primero se asocia con ciertos libros de poesía y lo segundo… hace difícil o problemática o imposible la tarea del lector que desee dejar una referencia de aquellos lugares sobre los que considere la oportunidad de señalar una frase relevante. La frase no se localiza en una página, en lugar identificable, sino en la obra, cada frase pertenece a la obra como pertenece a un todo indivisible. Como pertenecería a una página web si el libro se hallara en una dirección electrónica en la red. Citar una frase de esta «novelita constructivista» es aludir al conjunto del libro.

Las comillas con las que cada lector aísla un pensamiento, una idea, vuelven exacto un contenido que a contrapelo expresará la filiación, pero no el lugar. Pero a estos aspectos formales podrían sumarse también las guardas del libro, que, sembrado al tresbolillo, contienen el pronombre «TÚ», en las iniciales, y contienen el pronombre «YO», también sembrado al tresbolillo, en las finales. En ambos casos los pronombres se escriben con tinta rosa. Además, el corte de cabeza del libro y uno o dos milímetros, aproximadamente, del borde superior de cada página son asimismo de color rosa, lo cual hace de la novelita rusa, en cierta forma, una versión paronomásica de una novelita rosa. De lo «ruso» a lo «rosa» hay una degradación como la que acompaña al constructivismo, expresado en la obra por la pintora Liubov Popova -a cuya memoria está dedicada la obra-, que se convierte, de igual forma, en un elemento de construcción, en memes de internet que «representan un espacio plebeyo donde el impulso se resguarda bajo una forma potencial o latente». También puede pertenecer a esas características formales precisas la explicación con la que se cierra el libro, siete páginas impresas en color rosa que ofrecen una clave de la lectura, pero no tanto del sentido de la obra, sino de su origen y su justificación. No obstante, esta explicación se le brinda al lector no solo como apostilla aclaratoria de la obra, sino como una continuación de la misma en la que el experimento del texto se expande.

El centro de interés de Tú y yo, una novelita rusa pasa por los rasgos formales del libro, pero también pasa por desbordamiento de esos rasgos que se someten al sentido de escribir una breve novela en la que se narra, entre otras cosas, una historia de amor, la historia de una actividad de creación, una historia carcelaria, la perfección de las formas geométricas y de las leyes de Pavel Florensky, la construcción de un laberinto en los jardines de una cárcel, la creación y el consumo del arte, la abolición de la identidad, el deseo de libertad, la libertad, la decepción de la libertad, la esperanza y, por encima de todo lo anterior, la manipulación y parodia de unos populares memes de internet. Se trata de unos memes que se crean sobre una fórmula que consiste en «combinar una imagen, generalmente grotesca, con la fórmula TÚ Y YO + invitación obscena + NO SÉ, PIÉNSALO». Si a los anteriores rasgos formales se les atribuye un impreciso sentido, a las circunstancias que rodean la creación de la obra se las dota de una finalidad política y retórica que, en cierta forma, contradice el constructivismo al que se apela en todos los detalles de esta obra.

            La novela narra el mundo que se extiende y se tensa entre TÚ Y YO, un mundo que en un momento determinado parece que se desequilibra y se subvierte. Simplificando el contenido de la obra, se podría decir que no cuenta más que con estos dos personajes, gracias a los cuales se manifiesta un sentido papel de resistencia; sin embargo, las enseñanzas de Pavel Florensky, así como su aparición onírica, articulan las consideraciones filosóficas, emocionales y artísticas de los personajes. La presencia de Pavel no solo expone un profundo sentimiento de rebeldía, sino que induce al lector a reflexiones sobre la colaboración, la esperanza, la libertad, los dictadores y hasta la confianza. Para los personajes, Pavel es una presencia que ha estado desde la infancia, sus ideas dan sentido a la obra. Pavel les habla sobre «las formas sagradas, la geometría de Dios. El papel de las palabras es la restauración de las figuras elementales: el triángulo, el rectángulo, el cuadrado y el círculo segmentado, nunca completo. El fin del relato y el relato del fin son la una misma forma perfecta».

Más allá del reflejo del constructivismo de este libro, publicado en octavo menor, que incluso trae en sus cubiertas el perfume de la estética ese movimiento artístico, es el análisis de la condición irredenta del ser humano, a través de sus producciones lingüísticas, lo que se halla en el fundamento no estrictamente formal de esta obra. El objeto de interés es la posibilidad emancipatoria de los discursos y la represión, por la vía del olvido y del desinterés, del discurso amoroso. Juan Cárdenas, inspirándose en R. Barthes, se pregunta por el desprecio intelectual hacia el discurso amoroso: «¿Existe un paralelismo entre este empobrecimiento del discurso amoroso y una cierta crisis de los discursos políticos emancipatorios?». Más allá de las fronteras de la respuesta a esta pregunta, en internet se encuentran ejemplos de insatisfacción que trascienden la expresión y hacen de la forma un discurso que no es siquiera consciente de su sentido ni de su necesidad. Pues los memes reseñados «Son uno de esos modos populares de manifestar lo imposible a través de lo realizable, lo inalcanzable a través de lo inmediato: el deseo reprimido de la revolución social en cápsulas microscópicas de frustración y monstruosidad». Quizá esta descripción vea demasiadas cosas precisamente en esos memes, en una época en la que se ha visto cómo la política entraba, ¿irrumpía?, casi simultáneamente, como revalidación efectiva de los mecanismos del poder y como aspiración revolucionaria en las redes sociales, pero, en cualquier caso, en la obra, Tú y yo, una novelita rusa, que se abre con una declaración rotunda, «Los carceleros no hablan nuestro idioma», se pasa por la aceptación de jugar a las cartas con el alcaide de la prisión y se cierra cuando el automóvil que lleva al protagonista hacia la libertad lo conduce el propio alcaide. Con foucaultiano pesimismo, contra la perturbada pasión amorosa que muestra la sentimentalidad de la novela rosa, la obra informa al lector de que el lenguaje está repleto de la fatal disposición para lo peor, y le informa de que las redes del poder alienante, si alguna vez dejaron de existir, se reconstruyen sin dificultad incluso en los más remotos rincones de la utopía. «En ese momento nos damos cuenta de que hemos aprendido a hablar el idioma local».  La conciencia que se alegra de no compartir el lenguaje de los carceleros se rinde a la práctica de unos usos que, como caballo de Troya, una vez convertidos en hábito vuelven a ser lo que son, lo que siempre han sido.

Acerca del autor

Alexandra Saavedra Galindo

Doctora en Letras por la unam, maestra en Estudios Latinoamericanos (área de Literatura), por la misma institución, y licenciada en Lingüística y Literatura con énfasis en Investigación…

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