En “Takj” se narra el origen, progreso y deterioro de un pueblo, pero también su reformulación. En él, la figura femenina se asocia a la tierra materna donde ha de florecer la comunidad. Sin embargo, la espiral de legislaciones creadas (por el líder, hombre) termina por consumir al pueblo; entre las afectaciones de estas leyes está la prohibición de traer a Takj más hijos, lo que implica una decisión biopolítica que tiene como acción la violencia sobre el cuerpo femenino, el cual es sellado para evitar que continúe la reproducción. Más actos de violencia son ejecutados, como el exilio de los enfermos, con lo que se crea una Colonia de los Indeseables. Se trata de la marginación de sectores desposeídos, que, por su propia existencia como individuos diferentes, atentan contra lo correcto de la sociedad, y que, como recuerda Michael Foucault en Historia de la locura, han de ser marginados; los locos y los enfermos, sea dejándolos a la deriva en altamar, expulsándolos, colocándolos en espacios de control como los hospitales o, como en Takj, formando zonas marginales. En el cuento, la figura femenina cuya sangre y cuerpo sirvió como raíz, retomará su poder para reformular el destino de su pueblo.
Además, el discurso mítico de la conformación del pueblo Takj presenta el valor de lo ritual en la construcción de la comunidad; este valor de lo ritual es un elemento reiterado en varios cuentos del libro. En el ya mencionado “Las que lloran”, lo ritual es parte central en la configuración de los personajes y de la sociedad y se manifesta en la figura de Rajiv y la adoración sexual que las mujeres hacen de él y su divinidad. Más aún, en el cuento “El señor de los velorios”, una vez más la ritualidad alrededor de la muerte es central para Brescia, y para ello es fundamental la figura del señor de los velorios como personaje que, a través de su performance, sirve como mediador entre lo vivo y lo muerto, como una reiteración del valor de la labor de las mujeres plañideras en “Las que lloran”. Así, rituales, ceremonias y la muerte son puntos que vinculan los textos, pero también el hecho de remarcar la valía de las labores remuneradas, de las mujeres y los hombres, que concilian el paso a la muerte, a la reencarnación o a la sanación. En esta vía actúa uno de los personajes del bonus track “El valor de la poesía”, quien, en los alrededores de un hospital, recita poemas a quien pague un dólar; el declamador, aparece como un oráculo que elige un poema a modo o sin relación con el sufrimiento de los familiares de los enfermos del hospital. Así, el cuento también es un cuestionamiento sobre el valor y la presunta (in)utilidad de la poesía en el mundo, articulando un discurso metaliterario que es frecuente en el libro.