Ave Barrera. Restauración. México: Editorial Paraíso Perdido, 2019, 240 pp.
A diferencia del sustantivo, el verbo restaurar apunta a una serie de procesos más ricos, complejos: recuperar, reparar, renovar, remozar, reescribir. Al intentar poner un título a esta reseña mi primer idea fue hablar de una novela en re, pues en ese prefijo (y guiño, espejo, musical) se condesaba mi lectura de Restauración, relato de fantasmas/fantasías (juego otro con el fantasme, en francés), de variaciones, figuraciones y fugas. Una lectura, en tanto proceso, que todavía no acaba, y que seguirá aleteando, (yo) persiguiéndo(le)me (haunting me), dando(me) vueltas.
Reescrita 4 veces, a decir de la propia Ave Barrera, Restauración fue ganadora de la 7ª edición del premio literario Lipp La Braserie de 2018, cuyo jurado estuvo integrado por Alberto Chimal, Cristina Rivera Garza, Mónica Lavín, Silvia Molina, Eduardo Antonio Parra, entre otros. Chimal destaca que la novela presenta “una serie de temas y procedimientos literarios del México de medio siglo y en particular de la obra de Salvador Elizondo, que son retrabajados, trasfigurados y criticados en una trama a la vez contemplativa y violenta” (Redacción, BajoPalabra); y en la contraportada del libro se destaca el comentario de Rivera Garza sobre la novela en estos términos “no le tiembla el pulso para dialogar con la tradición, cuestionándola, encarándola, transformándola”. Esto es, como afirma Gerardo Lima Molina en su reseña para la web de Tierra Adentro, “Restauración es una reescritura de Farabeuf. Pero no, Restauración no es una reescritura de Farabeuf.”.
Y es y no es. Restauración es cristalización y continuidad de una serie de obsesiones que se develan por segunda vez en forma de novela en Ave Barrera. Divida en tres partes ‒I. ¿Recuerdas?, II. La quimera, III. Restauración‒ la novela exige constantemente al lector a replantearse cada imagen, cada línea. Sí, es la historia de una pareja, Min y Zuri; de la restauración de una vieja casa estilo art nouveau (y de una relación que se extingue), y de esa otra historia que se va develando habitación por habitación, página a página, la de Gertrudis y Eligio. Mas, sobre todo, Restauración narra (y es en sí misma) un espejismo, una trampa, un umbral.