Wynter, Carlos. Boxeador. España: Arrobabooks, Grupo Planeta, 2015.
Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,
Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.
Jorge Luis Borges, «Los espejos»
I
La ausencia es uno de los elementos clave para hablar del desdoblamiento de “La Sombra” Martínez, el personaje protagonista del cuento por analizar en las siguientes líneas. Sucede que, a través de ese espacio vacío donde la palabra se esfuma y el sonido calla, lo inesperado y lo indeterminado pueden ocurrir infinitamente. Así que el carácter-estado ausente del pugilista derivará en la búsqueda de sí mismo o en el encuentro con el otro: el autoconocimiento o el desdoblamiento.
En el cuento “Boxeador” (2007),1 del escritor panameño Carlos Wynter (1971), se narra lo previo y lo posterior a la pelea entre “La Sombra” Martínez y Orlando “El Nica” Mojica, centrándose en la personalidad del primer boxeador, cuyo personaje, además, se debate en una batalla interna por descubrir qué o quién causa su permanente desasosiego.
Es, pues, el talante ausente ante las demás personas uno de los rasgos primordiales de “La Sombra” Martínez; así al menos lo caracteriza la voz narrativa: “No sabemos si Martínez es mala persona. Tampoco podríamos decir que es un alma de Dios. Ausente, si alguna palabra lo define es esa: ausente”.2 Esta privación de expresiones, de conjeturas, de sentimientos o de reflexiones, como si el sujeto no existiera por sí mismo o, mejor dicho, como si no fuera un sujeto, implica un vacío orgánico, intelectivo, sensitivo y emotivo en el pugilista. Es en este lugar deshabitado donde lo bueno o malo se difumina. Ahí no hay nociones dicotómicas ni “medias tintas”. Lo anímico es confuso y el gesto es ambiguo. De ahí que la voz narrativa nos afirme: “les diré que Martínez es sencillamente un libro en blanco” (p. 387).
Un libro en blanco es el ejemplo de la nada contenida en un objeto. Una nada que no empieza ni termina, carente de expresiones o significados, pero que es latente. La página en blanco contiene todo y nada en la espera eterna. Así es el perfil de Martínez: su ser ha sido vaciado de significaciones y emociones, tanto que es “incapaz de odiar a alguien” (p. 387), se nos dice. Es un libro en blanco que espera significar: “nadie sabe al instante siguiente qué aparecerá en sus páginas” (p. 387).
En “El significado de la ‘ausencia’” (1997), Consuelo Hernández3 identifica algunos rasgos fundamentales del concepto, así como las significaciones que éste implica. Entre estos, la autora destaca el silencio, lo inefable, la inexpresividad facial, la oscuridad y la muerte; ellos como carencia de (oposición a) ruido, de lo que se puede verbalizar, de la expresividad, de la luz y de la vida. Estos elementos nos ayudarán para distinguir, en primer lugar, las significaciones de dicho concepto y, en un segundo momento, definir el carácter y perfil de “La Sombra” Martínez.
El silencio. Martínez se nos presenta como un sujeto ajeno al público. Su ensimismamiento, enfatizado por su reducida comunicación con los medios periodísticos y con el público en general, nos habla de ese sujeto ausente empecinado en descubrir, tal vez, su interioridad o, al menos, en comprender el desenvolvimiento de sus miedos y temores. Este silencio es más significativo cuando comparamos a Martínez con su oponente “El Nica” Mojica, siendo el segundo un “tipo bocón. Era de esos que repiten una y otra vez que nadie les dura más de un asalto y que el contendiente acabará hecho papilla. Martínez permaneció tranquilo ante sus bravuconadas.” (p. 389) En efecto, lejos de responder con la misma actitud y arremeter con duros mensajes contra Mojica, Martínez se empecinó en su entrenamiento en sigilo.
Lo inefable. En estrecha relación con el silencio, este elemento de la ausencia implica rozar con terrenos de lo misterioso por su naturaleza inaprehensible, diría el mexicano Efrén Hernández (narrador que hizo del silencio una insignia estilística). En el caso de “Boxeador”, lo inefable ocurre –de manera sutil– en el momento en que Martínez jamás describe al sujeto que lo golpea en sus pesadillas, al tipo de las sombras o al que aparece en el espejo. Es cierto que sabremos, al final del cuento, quién es el que aparecerá en el espejo, pero la violencia ejercida por ese ente, así como su descripción, no la sabremos nunca porque existe esa incapacidad para nombrar dichos eventos o rasgos de dicha figura.
La inexpresividad facial. Este elemento de las ‘ausencias que significan’ se caracteriza por la “‘dureza de las facciones’ de algunos rostros, facciones rígidas, sin apenas movimiento, frente al expresivo lenguaje gestual (sonrisa, arqueo de cejas, muecas)”.4 En el caso de “La Sombra” Martínez, su falta de expresividad facial nos da indicios para pensar en un sujeto ensimismado que evita comunicar algo más allá que no sea su boxeo. No muestra ningún interés en exteriorizar ideas, sentimientos o palabras, ni siquiera ademanes o gestos que indiquen su personalidad.5 Incluso, la falta de expresividad crea la idea de que el pugilista es “tonto”. Sin embargo, tal elemento impregna en la figura del boxeador un matiz más de misterio que de cualquier otra cosa.
La oscuridad. Este asunto (uno de los más desarrollados en la literatura) es importante dentro del cuento. A través de ella interpretaremos las sombras, los sueños y pesadillas. Es el espacio predilecto para el misterio, lo sobrenatural, lo desconocido, lo siniestro ferudiano y la muerte. En el cuento de Wynter, la oscuridad sirve de apoyo para el desarrollo de lo siniestro en el desdoblamiento de “La Sombra” Martínez. En la oscuridad, el color negro adquiere mayor presencia cuando hablamos de las sombras realizadas –acto de vaciar los temores del personaje del cuento– en el juego del sombreo o como apodo del mismo Martínez, “La Sombra”.