Desde hace varios años estoy fascinada con el trabajo que hace la RSA (Royal Society for the encouragement of Arts, Manufactures and Commerce del Reino Unido) en las series Animatesy Minimate1 para hacer accesibles una serie de conferencias de destacados intelectuales contemporáneos (como David Harvey, Slajov Žižek, Ha-Joo Chang, Roman Krznaric, Iain McGilchrist, Renata Salecl, David Wallace-Wells, entre otros) mediante un proceso “explicación con manzanas” de la animación. Una de esas conferencias, “Smile or Die” de la activista política Barbara Ehrenreich, de alguna manera, me llevó a una constante reflexión que antes se había mantenido como curiosidad ociosa en segundo plano sobre la realidad que nos ha tocado experimentar, así como la lectura de varios libros que terminaron por motivar y urdir este textículo (y teniendo en el horizonte el contexto de la reconfiguración del trabajo en la pandemia y cuarentena del COVID-19): La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han (y del alguna manera también su Topología de la violencia), Cold Intimacies de Eva Illouz y Do What You Love and Other Lies Abut Success and Happiness de Miya Tokumitsu.
Barbara Ehrenreich en “Smile or Die” desmontaba la ideología del optimismo (Positive Thinking Ideology) a la que eran forzados los trabajadores en general, pero sobre todo, aquellos en el mundo corporativo; ideología que considera tanto delirante y delusiva, como cruel. En Cold Intimacies. The Making of Emotional Capitalism,2 de alguna forma, Eva Illouz rastrea e hipotetiza sobre los orígenes de dicha lógica del pensamiento corporativo, mas ella lo llama capitalismo emocional, esto es, una “cultura en la que los discursos y prácticas emocionales y económicas se moldean unos a otros” y en la que “los afectos son convertidos en un aspecto esencial del comportamiento económico y en la que la vida emocional –especialmente aquella de la clase media—sigue la lógica de las relaciones e intercambio económico” (p. 5).
Para la socióloga hebrea, con Freud el proceso de hacer al Yo ‒“El ordinario, mundano Yo se convirtió en un misterio y difícil de lograr” (p. 8)‒, su sexualidad y vida privada como piezas constitutivas de la formación y expresión de la identidad (p. 44); asimismo, la salud mental se volvió una meta de los sujetos, primero de la burguesía y poco a poco se fue democratizando, en gran parte, según Illouz, gracias a la literatura de autoayuda. Con lo anterior, la vida emocional (asertividad, inteligencia, etc.) fue ganando terreno en el mundo laboral, y posterior centralidad en el modelo corporativo. Esto es, y en esto quisiera ahondar en esta digresión, cómo el manejo (manipulación, proyección) de emociones y afectos se ha tornado central en la (auto)percepción del Yo-laboral, y convertido en una sofisticada y eficaz herramienta de control y explotación laboral ‒y cómo esta lógica ha permeado en el mundo laboral de la academia.