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La minificción en Honduras

La minificción en Honduras. Comp. Víctor Manuel Ramos. Tegucigalpa: Girándula, 2007.

En el mes de febrero del 2020, el SENALC celebró el Segundo Congreso Internacional de Narrativa Latinoamericana Contemporánea en la UNAM. Aconteció días antes de la pandemia, por lo que sin problema pudieron asistir estudiantes e investigadores de varios países, ente ellos Honduras. Los investigadores Miguel Antonio Barahona Rodríguez y Wendy María Cálix Lanza de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, nos obsequiaron la antología de Víctor Manuel Ramos que recopila lo concerniente al género. Se trata de un libro pequeño de edición sencilla con un contenido interesante. Parte del interés se debe a mi desconocimiento sobre la literatura de aquel país centroamericano, pero sobre todo por los hallazgos de autores nombrados y las huellas históricas que aluden a la trayectoria del género de la minificción.

En la “Presentación” de quince páginas a cargo de Víctor Manuel Ramos se describe la tarea que implicó realizar esta antología, los motivos para su elaboración, así como un ligero acercamiento a las características literarias de los autores más representativos de Honduras que cultivan el relato breve. Llama la atención que el motor principal de este libro haya sido el investigador mexicano Lauro Zavala, reconocido por sus estudios sobre el género literario en cuestión. Este impulso se debe no sólo a temas de minificción, sino también a que su padre Lauro José Zavala fue un hondureño célebre que emigró a México. Sin embargo, por los tiempos de publicación, es del hijo de quien nace la idea de realizar esta antología. La intención principal fue conformar una colección a cargo de la Universidad Pedagógica de Bogotá que reuniera antologías de minificción de los distintos países latinoamericanos, tal como se conformó la de México y Colombia, por ejemplo. Sin embargo, la que aquí refiere se compiló en Tegucigalpa por la editorial Girándula.

En la “Presentación” también se dedica un espacio a la aportación del hondureño Froylán Turcios (1874-1943) como el iniciador del relato hiper-breve en lengua española. Ya se ha debatido sobre quién fue el pionero en este género: la investigadora española, Irene Andres-Suárez, contrasta la primera publicación del mexicano Julio Torri (1911), con la primera del español Juan Ramón Jiménez (1906), como si esta competencia fuera necesaria para el objeto de estudio. Sin embargo, si atendemos al rescate de Víctor Manuel Ramos, sería Froylán Turcios quien publicó antes que todos (1904). Además, el antólogo destaca que, a diferencia de sus competencias mexicana y española, Turcios sí tiene una veta narrativa clara, mientras que los otros colindan con la poesía, el ensayo y el epigrama.

En cuanto a las prácticas literarias de Honduras, gracias a la nutrida “Presentación” inicial de la antología, se constata el impulso a la creación hondureña que generó la Revista Imaginación, publicación periódica a cargo de Julio Escoto que convocaba a escritores a participar en su “Concurso de cuento súbito”. Los títulos de la revista y el certamen refieren directamente a la importante revista que editó el mexicano Edmundo Valadés en la segunda mitad del siglo XX: El cuento. Revista de Imaginación que a su vez convocaba al “Concurso de cuento brevísimo”, de prestigiosa trayectoria donde participaron autores actualmente reconocidos. Esta gran empresa de Valadés debió haber tenido una influencia clara en Honduras, así como en Argentina con la revista Puro cuento a cargo de Mempo Giardinelli.

 

La antología inicia con un extracto del Popol Vuh. Esta práctica de extracción de textos más largos remite a las antologías de narrativa breve como Cuentos breves y extraordinarios (1955) de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Cazares, o bien El libro de la imaginación (1976) de Edmundo Valadés, éstas se caracterizan por compilar fragmentos de obras más extensas, incluso novelas de literatura universal. En sí son libros cuyo objetivo es mostrar la contundencia en el lenguaje literario a partir de la selección de fragmentos de grandes narrativas. Por lo tanto, cada una de sus piezas es autónoma, pero provienen de una obra que no estaba hecha para su división.

En el caso del Popol Vuh que retoma Víctor Manuel Ramos, es una obra fundacional de la que se rescata un pasaje o cita sobre el inicio de los tiempos para introducir a esta antología, así se trae a cuento el tema del silencio para que la serie de textos que continúan irrumpan en él. El funcionamiento es adecuado porque se ubica al inicio y porque apela a las raíces literarias de Centroamérica, lo que no quiere decir que el Popol Vuh contenga minificciones, pero en las grandes obras se distinguen fragmentos literarios que se sostienen como unidades.

Continúan cinco microrrelatos de Froylán Turcios (1874-1943) quien quizás no sólo compartió la contemporaneidad con Julio Torri, sino también un gusto por la ridiculización de personajes que demuestran los vicios e ineptitudes humanas. Le sigue Rafael Heliodoro Valle (1891-1959), quien al vivir 50 años en México puede considerarse muchas veces como mexicano; pero esta antología recuerda sus raíces hondureñas, y en sus cinco relatos compilados se nota la huella de su pasión por la historia y la poesía. Parecería que la antología seguiría un criterio cronológico, pero en las últimas páginas se encuentra compilado Julio César Pineda, nacido en 1948.

En varios aspectos el compendio es desigual: desde el punto de vista tipográfico y de diseño, no todos los nombres de autores están acompañados de su fecha de nacimiento y ciudad de origen, sin embargo de los años que sí están señalados sobresalen las fechas de nacimiento de la década del 40 a la del 60, pero no se registra nada de los 80 en adelante, por lo que no sabríamos cuáles son los autores jóvenes anunciados en la “Presentación”. Al final del libro hay una bibliografía que no sigue el orden alfabético, sino que se presenta por el orden de aparición de los textos, en la que se aclara de dónde se desprenden la mayoría de ellos; en ésta podemos aseverar que algunos relatos fueron retomados de publicaciones más recientes, hay material de los 90 y hasta el 2005, es decir, dos años antes de la publicación de esta antología; asimismo es visible la importancia de la revista Imaginación, mencionada más arriba, así como la Revista de la Asociación Hondureña de la Lengua, de donde se retoman algunas minificciones

Por otro lado, se recopilan cinco autoras, frente a 31 autores, este desfase es habitual en la literatura de todos los tiempos, incluso podría celebrarse la inclusión de al menos esas cinco (Eva Thais, Rocío Tábora, Lourdes Núñez Ortíz, Débora Ramos, Mónica Romero Lepe); sobre la muestra literaria, algunos autores presentan hasta seis microrrelatos y otros tan sólo uno. Respecto a los temas, dado que se trata de una compilación cuyo eje es el país de origen y no los tópicos literarios, por supuesto que hay temas variados. Por ejemplo, de Rodolfo Alirio Hernández se rescatan cinco textos pertenecientes a la seria titulada “Vocales en vacaciones”, donde predomina el juego con vocales ausentes; es decir, restricciones autoimpuestas en cuanto al tipo de palabras que se deben utilizar, tal como experimentaba en Francia el grupo OuLiPo alrededor de la década del 60, y que continúan experimentando autoras como Luisa Valenzuela y Dina Grijalva.

Estos textos conviven con otros autores que prefieren aludir a problemáticas cotidianas, algunos temas políticos, recordar a los mayas, narrar sobre animales, sobre los sueños, y las fotografías. Como una muestra que atiende a la perspectiva hondureña contenida en la antología, aquí un microrrelato de Julio Escoto quien coordinó la revista Imaginación.

Del país
Relatan los habitantes de Dulce Nombre de Culmí, Honduras, que en la Mosquitia hay un lugar plano y arbolado, de flores carnosas como manos, de insectos con larguísimo aguijón de unicornio, donde al lanzar una piedra sobre la arena forma círculos concéntricos que desaparecen rato después, hojas que si caen en el agua se transforman en peces y en la tierra se vuelven aves de fúlgido plumaje y cuello corto capaces de extraer en el hombre los recuerdos del sueño y en las mujeres el temor de la muerte.

Surge la duda de por qué el autor más representativo de la minificción, nacido en Honduras, no está compilado en esta antología: Augusto Monterroso. En la “Presentación” se explica que a pesar de haber vivido en Tegucigalpa hasta la adolescencia (al igual que Rafael Heliodoro Valle), se nacionalizó como guatemalteco, pues su madre era hondureña y su padre de Guatemala. Además, es sabido que gran parte de su obra la publicó en México. Resulta curiosa esta diferencia de inclusión, pues en su libro Monterroso por él mismo (2003), el autor fundacional menciona cómo sus textos se compilaron paulatinamente en antologías mexicanas y fue adoptado por la literatura de este país. Como contraparte, no está publicado en los compendios centroamericanos de minificción.

Las antologías son publicaciones que no deben pasar desapercibidas cuando se busca un panorama literario, ya sea con un enfoque cronológico o una perspectiva regional, pues su conformación refiere a criterios de representatividad. Sobre la forma antológica, Juan Domingo Vera Méndez señala: “decir qué obras y qué autores son los elegidos, exige explicar qué mecanismos se ponen en funcionamiento en un proceso de selección, que posteriormente convergen en un acto de canonización, donde al compilador le es imposible sacudirse de esa deliberada función social, cultural e ideológica en la que se halla inserto, y no sólo estética”.1 Por esta razón es importante recurrir a otras antologías y encontrar la repetición de autores e incluso de textos, de tal manera que pueda completarse el acto de canonización.

Un año antes de la antología aquí mencionada, se publicó La vida breve. Antología del microrrelato en Honduras. Comp. Helen Umaña. Guatemala: Letra negra editores, 2006. Los autores que se repiten en ésta y en la compilación de Ramos son: Froylán Turcios, Rafael Heliodoro Valle, Óscar Acosta y Julio Escoto.

 

Respecto a Centroamérica se ha publicado Aquí hay dragones. Breve antología de minificción centroamericana contemporánea. Comp. Alberto Sánchez Argüello. Parafernalia, ediciones digitales, 2016; con dos hondureños: Martín Cálix y Kalton Bruhl, que no se encuentran en la antología de Ramos, probablemente por los años de publicación. Y Tierra breve. Antología centroamericana de minificción. Comp. Federico Hernández Aguilar. San Salvador: Centroamericana, 2017. Donde puede verse de nuevo a Julio Escoto y Víctor Manuel Ramos, entre 15 autores más (entre ellos cinco mujeres) que no habían sido incluidos en la obra que nos ocupa en esta ocasión del 2007.

Aunque la minificción hondureña no forme parte todavía de las antologías latinoamericanas e iberoamericanas, sobre todo por una cuestión de difusión y comercio editorial, resulta claro que ya hay material del cual extraer elementos de representatividad, ya hay autores que se repiten en los compendios, sobre los que valdría la pena detenerse a estudiar como punto de partida de la minificción hondureña, mientras se siguen generando más compilaciones que ayuden a detectar la creación minificcional de Honduras.

 

Acerca de la autora

Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda

Doctora y maestra en Letras por la UNAM. Realizó la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Iberoamericana y estancias de investigación en la Universidad de Buenos Aires y en la Autónoma de Barcelona…

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Notas al pie:

  1. Juan Domingo Vera Méndez. “Sobre la forma antológica y el canon literario”. Espéculo. Revista de estudios literarios. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2015. <http://www.ucm.es/info/especulo/numero30/antcanon.html>