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La escritura de (y sobre) mujeres como espacio de resistencia: Jarid Arraes y sus heroínas negras

 

Redemoinho em dia quente. Río de Janeiro: Alfaguara, 2019. 

 

Podría pensarse que en una sociedad tan diversa como la brasileña, la literatura que se produce en este país también lo es. Aún más en años recientes, en los que las luchas sociales y la visibilización de grupos minoritarios ha aumentado. Sin embargo, pese a esa enorme diversidad cultural, los personajes que más abundan en su literatura son, en su mayoría, hombres blancos adultos heterosexuales. Así lo demuestra el estudio que hace Regina Dalcastagnè, crítica y académica de la Universidad de Brasilia, titulado “A personagem do romance brasileiro contemporâneo: 1990-2004”1, en el que principalmente se enfoca en la diferencia entre personajes negros y blancos, pero que también nos permite ver el lugar secundario que ocupan las infancias y la gran ausencia de personajes femeninos, principalmente negros. Tal estudio muestra también que esa circunstancia se agrava cuando se trata de protagonistas y narradores: los negros son el 7.9% de los personajes, pero sólo el 5.8% de los protagonistas y el 2.7% de los narradores. Las mujeres negras apenas aparecen con 3 protagonistas y 1 narradora.

Ese trabajo cuantitativo está lejos de tener una perspectiva ingenua de la mímesis literaria, o de la obra de arte en relación con el mundo y la sociedad en que es producida, pues como apunta la investigadora:

El problema que se señala no es el de la imitación imperfecta del mundo, sino la invisibilización de grupos sociales completos y el silenciamiento de incontables perspectivas sociales, como la de los negros. La propuesta, entonces, es entender lo que la novela brasileña reciente —la que pasa por el filtro de las grandes editoriales, alcanza a un público más amplio e influencia a las nuevas generaciones de escritores— está eligiendo como área de interés, lo que deja fuera y, finalmente, cómo trabaja las cuestiones raciales.

Ese panorama general de la literatura brasileña actual nos permite poner en su justa dimensión a autoras como Jarid Arraes (1991), cuya obra va precisamente en el sentido opuesto al de la realidad literaria que hemos mostrado. Esta escritora, poeta y cordelista2, nacida en Juazeiro do Norte, en la región de Cariri, Ceará, representa a la generación más joven de una genealogía literaria de mujeres que hunde sus raíces en escritoras como Maria Firmina dos Reis (primera novelista negra brasileña), que se construye con fuerza en la obra y la figura de Carolina Maria de Jesus y que tiene frutos ricos y diversos en la obra de numerosas autoras afrobrasileñas contemporáneas que, desde distintas posiciones periféricas (de género, de clase social, geográficas), han buscado otras formas y otros lenguajes para narrar.

La carrera literaria de Jarid Arraes, aunque breve hasta ahora, ha tenido siempre un objetivo claro: reivindicar el derecho a narrar(se), como es posible ver en varias obras de su autoría. En Heroínas negras brasileiras em 15 cordéis, por ejemplo, ella misma va tejiendo su genealogía tanto literaria como política a través de las biografías de las mujeres negras que marcaron la historia de Brasil y que representan una alternativa a la historia oficial.

Jarid Arraes

Redemoinho em dia quente (Alfaguara, 2019) es su primer libro de cuentos, que en varias ocasiones se acerca más a la crónica o a la memoria. En estas narraciones, la autora se desmarca de las violencias epistémicas que no dejan espacio para otras perspectivas acerca del mundo y para la autorrepresentación. La escritura como posibilidad de agencia es algo que Arraes tiene muy claro, y es por medio de ella que crea fisuras y desplazamientos en la tradición narrativa. En esta obra, esos cambios ocurren en diversos niveles: el locus de la enunciación, las protagonistas de las narraciones, el lenguaje, los espacios.

Por medio de múltiples historias nos acercamos a las mujeres que habitan la región de Cariri, en el nordeste brasileño. Se trata de un desplazamiento del lugar de enunciación no sólo en cuanto a sus personajes y protagonistas, pues también es notable la elección de un espacio geográfico periférico, que se distancia del eje económico y de poder que representa la región centro-sur del país. Sin embargo, tampoco se trata de hacer perdurar la visión del nordeste que la generación de la novela regionalista brasileña de 1930 construyó como un espacio de muerte y aridez, sino de actualizarlo y desmitificar esa mirada muchas veces estereotipada. La autora se acerca desde una perspectiva empática y que pasa por la memoria y los afectos para cuestionar su propio imaginario y mostrarle al lector un rostro más humano de Cariri, que es ahora una región semi urbanizada.

Redemoinho em dia quente está dividido en dos partes que hacen referencia a la fuerte religiosidad de la región: «Sala das candeias» y «Espada no coração» que, junto con la figura omnipresente del Padre Cícero3, crean una mirada distinta al cotidiano nordestino, que va de lo oscuro a lo folklórico.

Los personajes que protagonizan los cuentos de Arraes son personas poco habituales en la literatura brasileña, considerando la investigación de Dalcastagnè antes mencionada. Son todas mujeres, muchas de ellas negras. Estos personajes son, por su sola existencia, un acto de subversión: ancianas solas, mujeres que escriben, niñas asesinadas, esposas violentadas, novias abandonadas, enfermas mentales, trabajadoras domésticas, adolescentes que se descubren bisexuales, ancianas enfermas y sus cuidadoras.

La autora trae al texto un efecto de extrañeza incluso en las profesiones que algunas de sus protagonistas eligen (cuando pueden hacerlo) para vivir, pues representan ámbitos de trabajo tradicionalmente masculinos, como la conductora de un mototaxi o la cordelista en busca de lectores/escuchas. Sin embargo, también están las enfermeras, cuidadoras, cocineras, secretarias, vendedoras de Avon y asistentes de la iglesia del pueblo, que permanecen en actividades que la división sexual del trabajo atribuye típicamente al sexo femenino. Pero algo común en todas estas mujeres diversas y en distintas fases de la vida es que no tienen un papel pasivo frente a la realidad narrada, sino que se apropian, de diferentes formas y en distintos grados, de una cierta agencia sobre sí mismas. 

Las narrativas de los treinta relatos que componen el libro son bastante breves, casi situando al lector en la perspectiva de un paseante voyeur que se asoma por una ventana cualquiera de alguna casa de la región: observa, ve un fragmento de la realidad y continúa. Sin embargo, Cariri no sólo está presente a través de sus espacios, sino también por medio del lenguaje al capturar con precisión el habla nordestina. Ese tono propio dado por el lenguaje, sus juegos y regionalismos va de la mano de una escritura que pasa por lo afectivo, por los recuerdos de infancia, las historias escuchadas y las experiencias vividas, casi como escuchar las historias de la tía, de la abuela, de la madre o la vecina. Peste, enrabichado, futucar, budega, pra danar, baixa da égua, munganga, mangar, pinote, bigu, desgrama, ruma, abestado, oxe, afolozar, son ejemplos de palabras y expresiones nordestinas que pueblan los textos de Arraes y que son una forma de valorar usos lingüísticos muchas veces considerados periféricos, por no pertenecer al habla del sur y sudeste del país. Según la autora, es una “forma de no pasteurizar mi lenguaje y también de presentar al sertão sin clichés, estereotipos y visiones deformadas de la diversidad que el sertão es y tiene”4, con lo que pone en práctica la escritura que busca descentralizar la geografía cultural y lingüística.

A lo largo de las narraciones de Arraes encontramos una especie de poética de las pequeñas historias, de la memoria y los afectos, que abreva del concepto de escrevivência, acuñado por la escritora afrobrasileña Conceição Evaristo. Esta noción se refiere no solamente a la frontera difusa entre realidad y ficción, sino que pone en el centro la experiencia y problematiza la historia y la visión hegemónicas a través de la narración de otros universos y sistemas simbólicos. El proceso de construcción de la memoria y la búsqueda de palabras para nombrar otros tipos de experiencias lleva a las escritoras brasileñas afrodescendientes al ejercicio de la literatura, que se configura en un acto de resistencia y de fundación de la comunidad afrodiaspórica.

Textos como los de Jarid Arraes contribuyen a romper con la visión monolítica que la literatura hegemónica ha creado acerca de las mujeres negras, que suele pasar por lo exótico, lo sexual y lo colonialista. Al reivindicar el derecho a narrar(se) es posible forzar el acceso a los espacios históricamente vedados, como el de la literatura, para insubordinarse y explorar la identidad. En toda su obra, Arraes se apropia de la escritura como una herramienta de construcción de la agencia sobre el mundo o, como bien lo menciona Conceição Evaristo, “se toma el lugar de la escritura como derecho, así como se toma el lugar de la vida”.5

Acerca de la autora

Cristina Díaz

Es egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad deGuadalajara, México, y de la Universidad de São Paulo (USP), Brasil, donde también estudió cuestiones…

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Notas al pie:

  1. Dicha investigación fue realizada con un corpus de 258 novelas, que corresponden a las primeras ediciones publicadas entre 1990-2004 por autores brasileños en las tres editoriales más prestigiosas del país: Companhia das Letras, Record y Rocco. En total son 165 escritores diferentes, de los cuales los hombres representan el 72.7% de autores publicados. Sin embargo, la homogeneidad racial es mucho más escandalosa: 93.9% de los autores y autoras estudiados son blancos (3.6% no tienen un color identificado y los “no blancos” como categoría colectiva son tan solo el 2.4%).
  2. La autora insiste en ser denominada «cordelista» para dar visibilidad a un género literario históricamente relegado, pues se basa en la oralidad. En entrevista con Mariana Mendes para el canal Bondelê, Jarid Arraes menciona la fuerte influencia que su padre y su abuelo, también cordelistas, tuvieron en el inicio de su carrera literaria y la importancia que para ella tiene poner la literatura de cordel a la par de otras manifestaciones literarias. Con 31 años, ya ha publicado más de 70 títulos en literatura de cordel.
  3. Padre Cícero o Padim Ciço (1844-1934) fue un sacerdote católico nacido en la región al que se le han atribuido milagros y que tuvo gran prestigio e influencia política y social.
  4. https://www.blogdacompanhia.com.br/conteudos/visualizar/Perguntas-e-respostas-sobre-Redemoinho-em-dia-quente#:~:text=Essa%20%C3%A9%20minha%20forma%20de,protagonistas%20e%20narradoras%20s%C3%A3o%20mulheres.
  5. Conceição Evaristo. “Da representação à auto-apresentação da mulher negra na literatura brasileira”. Revista Palmares. Cultura Afro-brasileira, ano 1, n.1, ago. 2005a, pp. 52-57.