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Mosko-Strom: la sociedad futurista de Rosa Arciniega

Rosa Arciniega. Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis. Ed. Inmaculada Lergo. Sevilla: Espuela de Plata, 2019, 388 pp.

 

—Jackie, ¿qué es ese Maelström del que hablas? —Okfurt le miró con extrañeza, como dudando de que hubiera alguien que lo ignorase.
—Eso, Cosmópolis —y apuntó con el dedo hacia el fondo de la calle, por cuyo asfalto brillante se deslizaban ahora los rebaños de automóviles, de tranvías y de trenes aéreos en el máximo de trepidación y de vértigo.
Rosa Arciniega

 

En 1841, en el Graham’s Magazine apareció por primera vez “Un descenso al Maelström”, un cuento de Edgar Allan Poe que relata la historia de tres pescadores que son atraídos por la fuerza de un enorme remolino cerca de la costa noruega. El único superviviente describe primero la angustia de ser devorado por la fuerza de la naturaleza y después la belleza de girar en aquella furiosa espiral junto con objetos más grandes y pesados, además de los recuerdos que hicieron que de manera azarosa saliera con vida. El Maelström o Moskstraumen (o Moskoe-ström como lo denomina Poe en su cuento)1 es un conjunto de corrientes marinas que crean fuertes remolinos en mar abierto cerca del archipiélago noruego. La poderosa imagen de este torbellino ha atraído la imaginación de músicos, cineastas, desarrolladores de videojuegos y escritores que han contado sobre él a lo largo de la historia. En 1870 Julio Verne narró en uno de los episodios finales de Veinte mil leguas en viaje submarino cómo la nave Nautilus era sacudida por este remolino. En 1992 Andrew Welch desarrolló para Macintosh un videojuego de acción en el espacio llamado Maelstrom. Fue justo a partir del relato de Poe que la palabra maelstrom se integró al vocabulario inglés para describir una situación en la que hay una gran confusión, desacuerdo o violencia.

Durante los meses de abril a junio de 1932, en Madrid, la autora peruana Rosa Arciniega toma esta sensación de vértigo de las mareas oceánicas y la traslada a una urbe industrializada dentro de una sociedad futurista que atraviesa un periodo de hiperproducción, para escribir su tercera novela. Mosko-Strom, publicada en España en 1933, es el relato de la transición de Max Walker, un joven entusiasta de las ideas de progreso mediante el uso de máquinas, en un hombre que tendrá que replantearse todo aquello por lo que ha trabajado. Es, además, el retrato de una generación —la de la cofradía de la Universidad Central—, todos esos compañeros de Walker que, han tomado distintos caminos pero que convergen en el vórtice de un torbellino que comenzará a acelerar su ritmo. Y más que un escenario, un personaje central: Cosmópolis, una metrópoli sobrepoblada trazada por autopistas de alta velocidad y enormes rascacielos.

En un inicio, Rosa Arciniega nos presenta cómo Max Walker, exitoso ingeniero dirige una de las principales fábricas automotrices de Cosmópolis, conoció la pobreza durante su infancia pero el padrinazgo de una familia adinerada le permitió estudiar y alcanzar sus ambiciones profesionales. Arciniega subraya o bien contrapuntea de manera sarcástica los nombres de sus personajes con su carácter o su apariencia física: Max Walker un hombre apasionado por los automóviles y sus compañeros universitarios: “El obeso Howard Littlefield, el esmirriado Eddi Swanson, el apuesto y engominado Conrad Riesling […] el malhumorado y cejijunto Jackie Okfurt […] el investigador Stanley Sampson Dixler, catedrático de la Universidad Central” (50-51).2

El espíritu matemático de Max Walker tiene la obsesión frustrada por sistematizar de manera precisa el trabajo de las máquinas y los hombres a fin de producir no solo los automóviles más veloces sino los más accesibles económicamente para su venta masiva. Pero para Walker, dentro de su idea de producción en la vida moderna el elemento inexacto es el hombre quien, según piensa, debería dar un rendimiento de trabajo basado en un periodo de descanso previsto por un supervisor. Previsiblemente, Walker funciona de manera exacta en sus labores en la fábrica aunque con algunas variables que Arciniega se ocupa por describir. Cosmópolis es una ciudad acelerada donde todos los sistemas de transporte (Metro, automóviles, tranvías, trenes aéreos) son rápidos y eficientes pero no lo suficiente para Walker que ambiciona una vida equiparable a gran engranaje preciso minuto a minuto.

 

Estaban ya dentro de las primeras edificaciones del extrarradio, y la excesiva circulación y las señales indicadores les hicieron acortar la marcha. El rodillo de la velocidad descendía sensiblemente: 85, 80, 70, 60, 45.
Era una marcha bovina que hacía crispar a Max Walker, encajonado en su asiento, y golpear con los pies en el suelo para descargar así su tensión nerviosa.
—¿Ve usted, Tucker? Esto es horrible. Fabricar motores poderosos para obligarnos a marchar así. Habrá que construir pistas especiales dentro de las ciudades para los que tengan prisa. (134).

 

Su contraparte es su antiguo compañero Jackie Okfurt, quien tiene una vida más despreocupada por las exigencias de la vida de Cosmópolis comparado con Littlefield que se convirtió en un ocupado director de banco, Swanson en un empresario o el mismo Walker. Okfurt es un médico solitario, propenso al alcohol y a la filosofía, que tiene una afinidad más próxima con el profesor Sampson Dixler pues comparten las ideas basadas en la justicia social y la ética. Mientras Walker, lucha por la exactitud laboral, Okfurt luchará contra una vida plena de frivolidades y contra la codicia de la esposa e hijos de Dixler, la cual están minando la salud del profesor. La situación de Dixler es el territorio de encuentro para Okfurt y Walker quienes intentarán ayudarlo y volverán, como en las veladas del hall universitario siendo estudiantes, a debatir sus ideas sobre el progreso así como su postura respecto a la sistematización del comportamiento humano. Paralelo a la problemática de Dixler, Walker tendrá que enfrentar sus propios contratiempos por lo que, de golpe, su esquema de vida se vendrá abajo. Su estado emocional socavará la exactitud y claridad de pensamiento para las tomas de decisiones y sus horarios de trabajo. Las aguas del Maelström que habían estado aparentemente en calma o controladas, comenzarán a agitarse para Walker cada vez con más fuerza. El remolino del tiempo, del vacío, de la soledad.

De alguna manera los tres pescadores de “Un descenso al Maelström” se comunican con los personajes de Arciniega: Walker, Okfurt y Dixler. En ambos relatos los personajes han navegado y desafiado, de manera literal o metafórica, estas peligrosas corrientes saliendo victoriosos más de una vez, pero la furia de la fuerza concéntrica del Maelström los arrastrará a su vórtice para girar con vestigios de navegaciones. En el caso de Mosko-Strom el resto de habitantes de Cosmópolis también están sumidos dentro del torbellino: Littlefield y Swanson son hombres de negocios esclavizados a la producción de sus negocios que a su vez dependen de una inestable economía global, mientras que Riesling y otros personajes secundarios orbitan alrededor de los excesos de las fiestas sociales, las relaciones superfluas y el consumo voraz de experiencias efímeras. “Es una mariposa de luz incansable”, repite una voz en el interior de Max Walker para describir a Isabel, su esposa, “No ha sabido forjarse un ideal y está hueca, horrorosamente hueca y vacía por dentro, como nuestra época” (173). Todos ellos serán devorados por una sociedad y una economía de la que son parte sin quedar rastro de ellos. Como en el cuento de Poe, solo uno de ellos sobrevivirá para contar su descenso por el Maelström.

Una escritora peruana en Madrid

Rosa Arciniega nació en Lima en 1909 y alrededor de 1928 viajó con su familia a Barcelona para en 1929 instalarse en Madrid; en 1936, cuando estalla la Guerra Civil abandona España y regresa de nuevo a Perú. A través de la investigación de la peruanista Inmaculada Lergo sabemos que durante su estancia en España Arciniega colaboró como periodista en varias revistas y formó parte de las tertulias de José Ortega y Gasset en torno a la Revista de Occidente. En 1931 publicó Engranajes y Jaque Mate, ambas novelas elegidas como “El mejor libro del mes”, distinción que tuvieron entonces autores como Pío Baroja o Unamuno. El 1933 publicó Mosko-Strom, que al año siguiente tendría una segunda edición con un subtítulo agregado que Espuela de Plata ha conservado en esta tercera edición celebrada 85 años después: El torbellino de las grandes metrópolis. En 1934 también apareció Vidas de celuloide. La novela de Hollywood y en 1936 Pizarro (Biografía del conquistar del Perú), primera de una serie de biografías históricas que publicó posteriormente en Santiago de Chile y Buenos Aires, ciudades donde también residió. Durante los años siguientes Arciniega continuó de manera prolífica con su trabajo periodístico, su carrera literaria y su activismo cultural, además de llegar a ser la primera mujer diplomática de Perú en el extranjero.

La investigadora Inmaculada Lergo que se ha dado a la labor de recuperación de esta extensa obra olvidada tanto en España como en Perú declaró que la escritora peruana tendrá una nueva acogida para los lectores del siglo XXI dentro de la colección Biblioteca Rosa Arciniega de la Editorial Renacimiento-Espuela de Plata. Mientras tanto, el remolino de Cosmópolis ya gira vertiginoso en esta nueva edición.

Acerca de la autora

Liliana Pedroza

Doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en cuento mexicano contemporáneo. Sus líneas de investigación se centran…

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Notas al pie:


  1. “La montaña temblaba desde sus cimientos y oscilaban las rocas. Me dejé caer boca abajo, aferrándome a los ralos matorrales en el paroxismo de mi agitación nerviosa. Por fin, pude decir a mi compañero:
    —¡Esto no puede ser más que el enorme remolino de Maelström!
    —Así suelen llamarlo —repuso el viejo—. Nosotros los noruegos le llamamos Moskoe-ström, a causa de la isla Moscoe.”
  2. En español sería el ingeniero Max El caminante, el obeso Howard Pequeño campo, el esmirriado Eddi Hijo de cisne, el apuesto y engominado Conrad Vino perfumado