Foto: Alejandro Meter. Cortesía de la autora.

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Desdibuje una frontera. Entrevista con Sylvia Aguilar Zéleny

Sylvia Aguilar Zéleny (Hermosillo, 1973) es cuentista y novelista. Desde su primer libro, Gente menuda (1999), ha dado cuenta de su realidad inmediata, un informe de su época en la que los paisajes, el habla, la cultura del norte de México se ve permeada a lo largo de su obra. A través de su escritura, deliberadamente se circunscribe a una generación y a una geografía. Otros de sus libros son No son gente como uno (2004), Una no habla de esto (2008), Nenitas (2013), Señorita Ansiedad y otras manías (2014), El Libro de Aisha (2016). En esta ocasión que tuve oportunidad de conversar con la autora me he centrado en dos de sus libros, Todo Eso es Yo (2016) y Basura (2018), cuyos temas están relacionados con la frontera mexicana con Estados Unidos. Ella actualmente vive en El Paso, Texas.

 

Liliana Pedroza: Sylvia, eres una escritora norteña pero desde hace algunos años, además, eres una escritora fronteriza. ¿Cómo ha modificado tu escritura este cambio de residencia, en una región cultural como El Paso-Juárez, donde conviven paralelamente dos idiomas y dos realidades sociales tan dispares?

Sylvia Aguilar Zéleny: Considerando que esto es también sol y desierto no me sorprende lo natural que fue para mi vida y mi escritura, porque van juntoconpegado, adaptarme. Pero el hecho social-político-cultural que es la frontera sí que vino tener un efecto en mi escritura. Me siento a comer en La Nueva Central en Juárez y oigo el más hermoso spanglish. Como costillas en El Paso y escucho de pronto un español tan recio y no puedo sino pensar en lo que hay detrás de uno y otro. En el cruce, en el puente, en este espacio de dos ciudades se conjugan visual y físicamente esos dos elementos que como escritora me interesaban ya pero que han venido a solidificarse acá: lenguaje y forma. Creo que soy más consciente de que si bien las líneas El Paso-Juárez son paralelas estas se cruzan, se confunden, devienen una experiencia. Mi escritura, creo, busca observar las disparidades, las casualidades y causalidades; no me puedo escapar de historias con personajes que son parte de un cruce y estructuras que cruzan géneros. Yo siento que ya no puedo escribir cuentos lineales o de largo aliento. Busco el fragmento, corto y pego, apelo a la investigación, al testimonio; juego más, pues. Gabriela Weiner habla en Llamada perdida del vicio de documentar lo que le rodea y lo entiendo perfectamente. Relato mi/la vida en la frontera sin pensar en su límite con la esperanza, como dice Weiner, de que alguien más se sienta relatado, porque la escisión está en todos lados, no solo aquí.

LP: En tu novela Todo Eso Es Yo recuperas dos recursos para tu narrativa con los que, a mi parecer, te sientes más cómoda, uno es el diario intimista y el otro es el tema de la infancia. Pero en esta ocasión no es una niñez próxima a tus personajes infantiles anteriores. ¿Cómo construyes esta historia? ¿Cómo eliges que sea una niña que desde su óptica y con su propio lenguaje (limitado a veces, poético muchas otras) cuente una historia con un fondo tan complejo como la guerra contra el narcotráfico?

SAZ: Creo que Todo Eso Es Yo ha sido el más consciente ejercicio de escritura. No escribí hasta tener claro a dónde iba y cómo tenía que hacerlo. Sabía de qué quería hablar, sabía qué quería desarrollar y sabía, también que una perspectiva adulta iba a demoler mi propósito, corría el riesgo de caer en el melodrama, en el morbo o en esa literatura del narco que en ocasiones no hace sino hacer de la atroz violencia una narrativa de aventuras. Trabajaba entonces en mi tesis y dos autoras me dieron la clave indirectamente: Maggie Nelson con Jane: a murder y Todos se van de Wendy Guerra. Decidí entonces que la voz tenía que ser una niña o niño que, como desde hace años ocurre, observa la violencia sin conocer su trasfondo o bien a través de los muchos medios o filtros que le rodean. Apelé además al lector, lo que mi narradora no alcanza a comprender, el lector sí. En una primera versión no era diario y me di cuenta de que aún con la voz infantil yo estaba narrando y narrando justo eso que en realidad solo quería aludir. Hubo que hacer borrón y cuenta nueva. La escritura de un diario, una herramienta en el libro de Nelson, resolvió mi dilema, el fragmento, las puntas de iceberg, los detalles y la suma de esto son un intento de crear ese todo tan complejo que se ha vuelto el narcotráfico y el seguimiento que le dan los medios.

LP: ¿Cuáles fueron tus retos o tus hallazgos en la escritura de esta novela?

SAZ: Cuando trabajaba con Nenitas en un taller, revisando uno de mis cuentos una compañera me llenó el texto de la frase “no timbra como niña”, “no timbra como niña”, “no timbra como niña”. Más que una crítica constructiva parecía un regaño, después los compañeros y el coordinador del taller me hicieron ver que la voz funcionaba y que, en todo caso, funcionaría más si cambiaba ciertas palabras. Pero el “no timbra como niña” me persigue.

Retos: La voz, siempre la voz. ¿Se siente como una niña? ¿Son sus dudas, temores y su rabia consistentes y creíbles? Decidir donde hay largo aliento y donde fragmentación, la inserción de dibujos. La elección de otras fuentes y la cronología de eventos, fueron también otros dilemas para mí.

Hallazgos: la investigación, algo que sin duda hace un antes y un después en mi escritura. Para Todo Eso Es Yo leí un montón de novelas con narradores infantiles, un montón de notas de periódico de esos años de más violencia en Ciudad Juárez. Ahora siempre realizo una profunda investigación antes de escribir. La ficción ya no la concibo sin la documentación.

LP: En tu novela Basura hay una serie de elementos muy complejos en juego: la configuración de las tres voces en primera persona, la relación directa o simbólica de las tres historias con la basura, y su estructura interna en la que el avance intercalado de las tres historias logra que se conecten de manera orgánica. ¿Cómo fue el proceso de escritura de esta novela? ¿Por qué narrar paralelamente estas tres historias y por qué elegir esos tres escenarios por donde se mueven los personajes? ¿Cómo llegaste a esta problemática social como la basura y la gente que vive de ella?

SAZ: Basura era originalmente un libro de cuentos en el cual solo uno de ellos trataba directamente la vida en el basurero, las demás historias jugaban con la idea de basura como metáfora. Había ya un interés de escarbar en realidades sociales que a veces por tremendas somos incapaces de ver, de coexistir en ellas o de crear. En un taller con Luisa Valenzuela llegué con ese que entonces se llamaba “Basura nueva” y dos cuentos más “Secretos varios” y “Esta será tu esquina”. Al tallerearlos Luisa repetía, “en la novela de Sylvia” y yo por dentro me carcomía porque no me atrevía a corregirla de nuevo y decirle que era una colección de cuentos. Cuando finalmente lo hice, con toda la prudencia de la que a veces soy capaz, me dijo: “pero es que esto es una novela, míralos, los tres personajes pueden perfectamente unirse, conectarse, cruzarse…”. Pero no me dijo cómo. Pasé meses dándole vueltas. Itzel Guevara me llevó hacia Tres veces al amanecer de Alessandro Baricco y adopté esa estructura. Tres cuentos largos que unidos hacían una novela. Pero una cosa es hacer que el lector trabaje un poco y otra ¡demandarle que lo haga! Luego me dije, ¿y si la trenzo? Así que básicamente tomé el material, imprimí, y comencé a trenzar momentos, en qué punto tenía que cerrar uno y en qué punto iniciar el siguiente. Palabras, situaciones que detonaban o contrastaban. Seguían siendo tres relatos pero la idea era de que poco a poco el lector descubriera que cada mechón venía de la misma cabellera, por así decirlo. No lo voy a negar, fue absolutamente delicioso trabajar así. Luisa, además, me recomendó un libro que me sirvió muchísimo ¿Quién mató a Diego Duarte de Alicia Dujovne Ortiz. Esto me llevó a otros artículos, documentales y testimonios sobre la vida en los basureros. Creo que el problema es que el tema no lo he terminado de explorar y el deadline me vino encima cuando apenas le tomaba el sabor. No sé, siento que Alicia -esa chavita de Basura- no me va a dejar en paz. Y es que hay redes políticas y económicas tan increíbles dentro de este universo, hay jerarquías, hay también comunidades que se unen para vivir mejor de eso, de la basura. Creo que entre más se escarba, más se encuentra.

LP: Dialogando con estas dos novelas que suceden tanto en Juárez como El Paso: ¿qué es una frontera?

SAZ: Un mundo. Un mundo por sí mismo. Un mundo no solo con su propio lenguaje, con colores, sonidos, texturas tan, tan particulares. Yo hablo de la frontera norte, pero me descubro con frecuencia leyendo a autoras que hablan de otras fronteras en Asia, en Europa, en Sudamérica y me doy cuenta de que esa línea (o muro, pues) que divide con frecuencia construye una vida propia.

LP: En estas dos novelas los personajes principales son niñas, las dos huyen, pero una de ellas encontrará en su futuro la misma violencia provocada por el sistema. Aunque en las dos exista una evolución en su manera de enfrentar su realidad hay, a pesar de todo, una defensa de la inocencia. ¿Cómo percibes la infancia de quienes han vivido el terror provocado por el Estado a través de la declaración de guerra contra el narcotráfico?

SAZ: Todo eso es yo sale en inglés en septiembre bajo el título The Everything I Have Lost publicado por Cinco Puntos Press, una editorial que además respeto muchísimo. Pero he aquí el asunto, la editora decidió que tenía que ser lanzada directamente para el mercado juvenil. Me pareció una decisión audaz. ¿No escribí el libro precisamente por ello? Creo que la infancia y juventud de la frontera, y no solo de la frontera, tiene años escuchando sobre la violencia ejercida por el narco, por el estado, por la libertad de tener armas -como ocurre en Estados Unidos. La inocencia es de los padres pensando que al no informarlos, al mantenerlos lejanos a ello, no se dan cuenta de nada. Pero la violencia nos está cercando desde hace años y me interesa observar sus redes. La inocencia en los más pequeños, en todo caso, radica en ese relato de buenos contra malos. ¿Cuántos de nosotros crecimos pensando que el ejército y el gobierno eran los buenos de la película y todos los demás los malos? Los chicos y chicas de hoy no necesariamente lo ven así, lo que se vio en los peores años en Ciudad Juárez, lo que se ve aún en Tamaulipas y situaciones como la caravana de migrantes restan inocencia y suman experiencia. No sabes cuántos jóvenes venían al centro de refugiados donde mi esposo trabajaba para ayudar. Quiero creer que hay menos inocencia y más compromiso y, como escritora, me preocupa que textos y series los hagan pensar que el narco es el Robin Hood del mundo contemporáneo.

Foto: Alejandro Meter. Cortesía de la autora.

LP: ¿Llevas a cabo una metodología antes y durante el proceso de escribir? ¿Es la misma en todos los proyectos de escritura que asumes?

SAZ: Por un lado más y más trabajo primero en función del personaje y de ahí llego al tema. Una vez que reconozco (o construyo) estos dos me pongo a leer obras de ficción, no ficción y poesía que exploran lo mismo. Reviso voces, tonos, elección de narradores. Leer y leer, tomar notas, tramar. Me preparo para sentarme en el teclado, lo cual puede ocurrir semanas o meses después. Cuando trabajo en un proyecto en específico trato de escribir al menos dos horas al día. Escribo de corrido, no me detengo a revisar. Ya sea un cuento o un capítulo, escribo y escribo. Lo bueno, para mí, viene después, cuando reviso, creo que esa es mi parte favorita porque es ahí realmente cuando el texto toma forma. También hay proyectos que surgen de la nada. Una frase, una imagen, algo inexplicable que surge ante mí y me lleva al teclado. Escribo primero y la investigación parte de lo ya escrito. Cada vez menos escribo de la nada, de la ocurrencia, del chispazo, pero cuando ocurre lo disfruto y lo trabajo igual.

LP: ¿Cuáles son los escritores o los libros con los que sueles reencontrarte y qué buscas en ellos?

SAZ: Siempre voy a volver a Agota Kristoff y su trilogía de Klaus y Lucas, en inglés se llaman The Notebook, The Proof, y The First Lie. Lo que Kristoff hace en términos de personajes, forma, lenguaje, tema siempre encuentra su lugar en lo que a mí me interesa. Cada una de estas novelas es una apuesta sobre el storytelling, un ejercicio brutal sobre la observación de la condición humana. Cada novela es independiente y, a la vez, el todo. Es un tesoro. Herta Müller, Jenny Erpenbeck y Nona Fernández son otras guías de mi escritura, cada uno de sus libros es una nueva apuesta. Hace unos cuatro o cinco años decidí leer más mujeres y eso vino a darle un vuelco a mi trabajo y a mi visión. Yo cazo autoras, autoras que tocan temas que me interesan o cuyas protagonistas se asemejan en voz, tono, experiencia a lo que yo quiero construir. Tomo un cuento, un poema o una novela “preguntándole” a la autora, “¿ a ver, cómo hiciste esto?”. Busco lecciones de escritura, eso, eso busco en cada una.

LP: Desde hace algunos años iniciaste por cuenta propia una residencia de escritura para mujeres a las que recibes en tu casa y ayudas con su propio proceso creativo. Cuéntame sobre CasaOctavia, ¿cómo surgió, cómo se ha ido desarrollando y cómo se ha ido diversificando en otros proyectos?

SAZ: La verdad, nunca imaginé que sería algo más que darles escritorio y cama a algunas de mis amigas. De pronto se volvió eso y más. Ocurrió así: dos mujeres que quiero y admiro alguna vez me abrieron sus puertas para que yo trabajara en un libro. Salir del espacio personal y escribir en otro lado “acompañada” de alguien más fue maravilloso. Tiempo después leí sobre una madre soltera que había heredado una casa enorme y que daba hospedaje a artistas gratuitamente a cambio de que la ayudaran a hacer la casa más habitable. La cultura del intercambio era su clave. Adopté esa idea sin saber a dónde iría. CasaOctavia1 surgió como una forma de replicar mi experiencia viviendo y escribiendo en otro lugar y porque lo tengo muy claro, con frecuencia las mujeres en México tienen menos oportunidades de becas, residencias, apoyos, simplemente por ser mujeres. El intercambio es mi pequeño activismo, mi forma de que quienes nos visiten le den algo a la comunidad. CasaOctavia nació en 2015 y hasta ahora ha acogido a nueve escritoras.

Creo que en estos casi diez años viviendo en la frontera, siendo nadie que busca ser alguien, me obligué a leer mejor y hacer una buena curadora de libros. Me di cuenta que no sólo quería ofrecer espacio sino mi experiencia a otras escritoras. Y de ser un proyecto muy incipiente y casero se volvió lo que es ahora: un espacio seguro para que mujeres que escriben se enfoquen solo en eso por un par de semanas. En el inter, además, conocí a otras escritoras y a mujeres con proyectos con los que el diálogo fluye. Heme ahora trabajando con Kaja Negra y Enjambre Literario en un proyecto editorial que ha de lanzar libros de mujeres con propuestas innovadoras. Heme ahora buscando como hacer sinergias con otros proyectos que me atraen y que comparten mi visión feminista.

LP: ¿Qué sigue para CasaOctavia?

SAZ: Que yo me decida a buscar otros recursos para que las mujeres que vienen y que tienen que dejar de producir y ganar dinero para escaparse a escribir, reciban un estipendio. Que lo que se ha producido en CasaOctavia esté en redes y estantes. Convencer a otras mujeres que si bien la experiencia de escribir en la frontera es inigualable, CasaOctavia puede estar en otras ciudades con otras mujeres que, como yo, puedan crear espacios seguros.

LP: ¿Qué sigue para Sylvia Aguilar Zéleny?

SAZ: Un proyecto que aún no decido si serán tres novelas cortas o una sola novela con tres mujeres. ¿Ves? Todos los caminos me llevan a Ágota Kristoff. A diferencia de Basura aquí los destinos no se cruzan, cada una representa en todo caso un tramo geográfico desde Ciudad Valles hasta Brownsville, tres mujeres de tres distintas generaciones que en la búsqueda de una mejor vida encuentran lo impensable.

Acerca del autor

Liliana Pedroza

Doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en cuento mexicano contemporáneo. Sus líneas de investigación se centran…

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Notas al pie:

  1. CasaOctavia es una residencia para escritoras cuya convocatoria abre anualmente. Más información aquí: https://casaoctavia.wordpress.com/